ALFONSO
XI,
Peregrino
de Guadalupe
La muerte de su padre,
Fernando IV, el 7 de septiembre de 1312, convierte a Alfonso en rey con un solo
año de vida. Alcanzada su mayoría de edad, el 13 de agosto de 1325, fue proclamado como rey de Castilla, de Toledo, de León, de
Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, del Algarve, de Algeciras
(desde 1344) y Señor de Vizcaya (1326-1334) y de Molina.
Consciente de los problemas
que atenazaban a su reino, trató de establecer el poder real, desplegando todas
sus dotes de gran gobernante, siendo impecable con la justicia en todos sus
reinos, por lo que fue bautizado con el sobrenombre de El Justiciero.
Entre sus aficiones, destacaba
la caza del oso, lo que le hizo frecuentar estos montes y sierras de las
Villuercas, por lo que pronto tuvo conocimiento de los milagros que la Madre de
Dios obraba en este lugar.
Hacia 1335, en una de sus
primeras visitas, Alfonso XI contempló como la pequeña iglesia estaba en estado
ruinoso, por lo que solicito de Benedicto XVI la custodia, nombrando entonces
el Papa a Pedro Gómez Barroso, rector de la pequeña iglesia y encargándole
llevar a cabo la reforma de ese gran santuario mariano que el rey quería
levantar en el Oeste de su reino, al frente del cual puso a su procurador
Toribio Fernández de Mena, quien levantó y fortificó el amplio y bello templo
mudéjar que ha llegado hasta nosotros.
Como aldea de Talavera, dentro
del curato de Alía, Alfonso XI quiso a la nueva iglesia dotarla también de
términos territoriales propios, firmando sendas provisiones (1337, 1347) que
son tenidas como Carta Puebla de Guadalupe.
Sofocada la oposición
nobiliaria y asegurada las paces en los reinos cristianos peninsulares el rey
dispuso hacer frente a las huestes benemerines, que bajo las órdenes de
AbulHasan había predicado la guerra santa: Batalla del Salado (1340). Momento en que la historiografía recoge como
el gran encuentro con la Señora:
“E fue a Santa María de
Guadalupe a dar gracias a Nuestra Señora, en quien este noble rey don Alonso
auie gran deboçion e a quien el se avie recomendado quando yva a pelear con los
moros, e por la maravillosa victoria que Dios, por ruego de su madre, le avía
dado contra los reyes de Marruecos e de Benamarin e de Granada e ofreció muchas
cosas…”.
Fue entonces, cuando el rey
Alfonso XI declaró a este Santuario de Real Patronato, convirtiéndole en el
primer Santuario Nacional de España, otorgándole también el señorío sobre la
Puebla de Guadalupe al prior y a sus sucesores, configurando así el dominio
eclesiástico y civil que con leves modificaciones perduró hasta el siglo XIX,
al tiempo que permitió que todos sus ganados puedan pastar por sus reinos
salvos y seguros sin pagar impuestos, concedió la martiniega, otorgó suelos
para hacer casas y labranzas, así como pudieran demandar limosnas por todos los
reinos de Castilla.
Su última visita a Guadalupe,
fue en 1347, cuando autoriza a la Iglesia de Guadalupe que pueda labrar en el
término de Alía con más de cuatro yuntas de bueyes, aunque su principal interés
sería interceder de nuevo ante Nuestra Señora, antes de volver al campo de
batalla de Gibraltar (1348), la mayor mancilla que el rey tenía en su corazón,
ya que durante su reinado se había perdido dicha plaza.
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