viernes, 12 de junio de 2015

EL PRIMER REY PEREGRINO EN GUADALUPE

ALFONSO XI,
Peregrino de Guadalupe

Ciertamente, que los inicios de la centuria decimotercera, alumbraron los orígenes de Guadalupe con dos hechos prodigiosos que la historia o el destino quiso unir: La aparición de María a un pastor junto al río Guadalupe y el nacimiento de Alfonso XI, rey de Castilla y León (Salamanca, 1311- Gibraltar, 1350), quien más tarde sería el fundador de esta Puebla.

La muerte de su padre, Fernando IV, el 7 de septiembre de 1312, convierte a Alfonso en rey con un solo año de vida. Alcanzada su mayoría de edad, el 13 de agosto de 1325, fue proclamado como rey de Castilla, de Toledo, de León, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, del Algarve, de Algeciras (desde 1344) y Señor de Vizcaya (1326-1334) y de Molina.

Consciente de los problemas que atenazaban a su reino, trató de establecer el poder real, desplegando todas sus dotes de gran gobernante, siendo impecable con la justicia en todos sus reinos, por lo que fue bautizado con el sobrenombre de El Justiciero.

Entre sus aficiones, destacaba la caza del oso, lo que le hizo frecuentar estos montes y sierras de las Villuercas, por lo que pronto tuvo conocimiento de los milagros que la Madre de Dios obraba en este lugar.

Hacia 1335, en una de sus primeras visitas, Alfonso XI contempló como la pequeña iglesia estaba en estado ruinoso, por lo que solicito de Benedicto XVI la custodia, nombrando entonces el Papa a Pedro Gómez Barroso, rector de la pequeña iglesia y encargándole llevar a cabo la reforma de ese gran santuario mariano que el rey quería levantar en el Oeste de su reino, al frente del cual puso a su procurador Toribio Fernández de Mena, quien levantó y fortificó el amplio y bello templo mudéjar que ha llegado hasta nosotros.

Como aldea de Talavera, dentro del curato de Alía, Alfonso XI quiso a la nueva iglesia dotarla también de términos territoriales propios, firmando sendas provisiones (1337, 1347) que son tenidas como Carta Puebla de Guadalupe.

Sofocada la oposición nobiliaria y asegurada las paces en los reinos cristianos peninsulares el rey dispuso hacer frente a las huestes benemerines, que bajo las órdenes de AbulHasan había predicado la guerra santa: Batalla del Salado (1340).  Momento en que la historiografía recoge como el gran encuentro con la Señora:

“E fue a Santa María de Guadalupe a dar gracias a Nuestra Señora, en quien este noble rey don Alonso auie gran deboçion e a quien el se avie recomendado quando yva a pelear con los moros, e por la maravillosa victoria que Dios, por ruego de su madre, le avía dado contra los reyes de Marruecos e de Benamarin e de Granada e ofreció muchas cosas…”.

Fue entonces, cuando el rey Alfonso XI declaró a este Santuario de Real Patronato, convirtiéndole en el primer Santuario Nacional de España, otorgándole también el señorío sobre la Puebla de Guadalupe al prior y a sus sucesores, configurando así el dominio eclesiástico y civil que con leves modificaciones perduró hasta el siglo XIX, al tiempo que permitió que todos sus ganados puedan pastar por sus reinos salvos y seguros sin pagar impuestos, concedió la martiniega, otorgó suelos para hacer casas y labranzas, así como pudieran demandar limosnas por todos los reinos de Castilla.


Su última visita a Guadalupe, fue en 1347, cuando autoriza a la Iglesia de Guadalupe que pueda labrar en el término de Alía con más de cuatro yuntas de bueyes, aunque su principal interés sería interceder de nuevo ante Nuestra Señora, antes de volver al campo de batalla de Gibraltar (1348), la mayor mancilla que el rey tenía en su corazón, ya que durante su reinado se había perdido dicha plaza.

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