domingo, 15 de noviembre de 2015

ALFONSO XIII, PEREGRINO DE GUADALUPE

Alfonso XIII (1886-1941)

Hijo póstumo de Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo-Lorena, fue el primer Borbón que peregrinó a Guadalupe, reanudando así la tradición que habían interrumpido sus antecesores en el decurso de los tres últimos siglos. Tal vez por eso, su padre Alfonso XII pronunció la siguiente frase: “¡Quién sabe si los males que nos agobian no son un castigo por la ingratitud con que hemos pagado a la Virgen de Guadalupe su protección también marcada!”.

Fue rey de España desde su nacimiento hasta la proclamación de la II República (1931), aunque asumió el poder a los dieciséis años (1902). Bajo su reinado España resurgió de nuevo como nación industrializada, hubo un notable crecimiento demográfico, retornó la cultura, tomó parte de nuevo en Europa y volvió su mirada hacia América, después del desastre del 98, aunque los grandes problemas sociales, especialmente las clases populares y la pésima situación de los campesinos, la guerra con Marruecos, el nacionalismo catalán, la falta de apoyo por parte de la clase política y su apego a la dictadura de Primo de Rivera dinamitaron la monarquía liberal que intentaba implantar.

Ante esta situación Alfonso XIII abandonó España tras las elecciones de 1931, que habían sido planteadas como un verdadero plebiscito entre monarquía y república, con el fin de no derramar sangre entre los españoles.

De su humanidad y justicia hablan sus acciones personales que ejerció loablemente durante la I Guerra Mundial, con la creación de la Oficina pro-cautivos, quizás la primera gran acción de un gobierno en la historia. Preocupado por la educación y la cultura, donó a la Universidad y al Estado terrenos para construir la Ciudad Universitaria.

Guadalupe también comenzó a resurgir de sus propias ruinas con el reinado de Alfonso XIII, su primer impulso, aunque débil, le llegó con la declaración del Santuario como Monumento Nacional Histórico Artístico, con la Real Orden de 1 de marzo de 1879, aunque no sería hasta el 20 de mayo de 1908 cuando otra Real Orden entregaba a los hijos de San Francisco “la conservación, guarda y gobierno del Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe”, con el fin de que dieran mayor esplendor posible a los cultos y devoción a la Santísima Virgen, así como estar obligados a tener escuelas de Primera Enseñanza gratuitas para contribuir a moralizar, educar e instruir a las clases pobres de la comarca. A ello quiso S. M. también contribuir personalmente, ordenando se recogiesen cuántos libros duplicados se hallasen en la Biblioteca Real, enviando más de 300 volúmenes.

En su viaje a Extremadura, a las entonces deprimidas Hurdes, quiso llegar hasta Guadalupe, el 11 de diciembre de 1926, reanudando así la tradición de la Corona de España, cuyas gestas más gloriosas compartió siempre con Guadalupe.

Dos años después, Alfonso XIII alentó con su visita (11 de octubre), uno de los hechos más trascendentes de la historia de este Santuario Nacional, la Coronación de Santa María de Guadalupe, el día 12 de octubre de 1928, depositando sobre sus sienes la corona rica Hispaniarum Regina, regalo del pueblo español. En acto seguido, hizo entrega a Nuestra Señora de su bastón de mando, que desde entonces lleva colgado sobre su mano como un atributo más de su poder y realeza.

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