martes, 23 de febrero de 2016

EL PUENTE DEL ARZOBISPO Y GUADALUPE


EL PUENTE DEL ARZOBISPO

GRACIA VILLACAMPA, Carlos O.F.M[1].
El Puente del Arzobispo
Madrid, 1924.

“Corría el último tercio del siglo XIV; todavía los jerónimos no habían  tomado posesión del Santuario de Guadalupe que gobernaba  su último prior secular Don Juan Serrano bajo la dependencia del famoso arzobispo de Toledo Don Pedro Tenorio. El gran número de peregrinos que desde las partes de Castilla acudían con frecuencia al Santuario, tropezaban en su camino con caudaloso Tajo que habían de pasar en frágiles barcas y con los consecuentes peligros y dificultades.
Fue el mismo Arzobispo quien tocó estos inconvenientes en sus frecuentes viajes, y ellos le movieron a levantar sobre el Tajo el grandioso puente que inmortalizó su nombre. Todavía, entre los pueblos mayormente beneficiados por aquella grandiosa obra, se conserva la sencilla, y encantadora leyenda que dio origen al Puente del Arzobispo.



Don Pedro Tenorio, Arzobispo de Toledo. Primado de España (1377-1399)

Don Pedro Tenorio hubo de pasar el Tajo en una de sus mayores crecidas; el aspecto del río era imponente, y por otra parte era preciso atravesarlo por la urgencia del viaje. Lucharon los barqueros con las olas y la travesía se hizo con mucha dificultad: en medio de la brega uno de los barqueros se dirigió en espontáneo arranque al Arzobispo, diciéndole: “Señor , si vos quisiérais pronto tendríamos aquí un puente que nos librara de tanto peligro”. –No debía don Pedro pensar por entonces en la construcción del puente, pues tomando su anillo pastoral y arrojándolo al río, contestó al barquero: “Aquí habrá puente cuando ese anillo vuelva a mi poder”.

De vuelta de su viaje, pasado el Tajo, paróse  el Arzobispo  a descansar en una hostería próxima al famoso río, y, llegada la hora de la comida presentáronle  un magnífico pez procedente del Tajo. Al partirlo el Arzobispo, vio con natural asombro que en su interior aparecía el anillo pastoral que pocos días antes arrojara al río antes el requerimiento  del barquero. El hecho se propagó muy pronto entre los moradores de la hostería y por toda la región, y don Pedro Tenorio, viendo comprometida su palabra por tan extraordinario suceso, empezó las obras del puente.

La munificencia de don Pedro Tenorio legó a la posteridad crecido número de grandiosas construcciones que todavía atestiguan el espíritu emprendedor y generoso de aquel prelado. De él dice la Crónica de Don Juan II que “edificó el puente de San Martín de Toledo, y el castillo de San Serván que es encima de la puente de Alcántara, y la puente que dicen del Arzobispo en el camino de Guadalupe, y el Monasterio de Santa Catalina de la Orden de San Jerónimo y la Iglesia Colegial en Talavera y otros muchos edificios en las villas y lugares de su arzobispado”[2].


Puente del Arzobispo, después de su reestructuración efectuada en 1853.

Las obras del puente del Arzobispo se  empezaron en junio de 1383 en terreno de la jurisdicción de Alcolea  de Tajo. Quizá pasó  por allí  dos años más tarde Don Juna I, camino de Portugal, para la desdichada batalla de Aljubarrota, y tanto le agradó la obra del puente, que entonces , o en 1390 según asegura Madoz, concedió toda clase de franquicia a los que viniesen a poblar aquel paraje, al que dio el nombre de Villafranca, que más tarde se convirtió en el actual de Puente del Arzobispo que recuerda a un tiempo aquella grandiosa obra y la generosidad del que la construyó.

Sobre los principios y destino de tan interesante construcción hemos hallado en este Archivo unas cartas autógrafas de don Pedro Tenorio, que publicamos a continuación. Dice la primera[3]:
“Nos, el Arçobispo de Toledo fasemos saber a vos Johan Millán, proveedor de la eglesia de Sancta María de Guadalupe, que Nunno Martines e Alfonso Ferrandes, vesinos de la Puebla de y Guadalupe, venieron a Nos aquí, a la nuestra villa de Talavera a ser abenir con nosotros por la cal que an de faser para la obra de la puente que Nos mandamos faser en Alcolea. E dixéron nos que avían luego menester adelantados trescientos maravedís. E, por quanto los non conoçiamos, non gelos mandamos dar fasta que nos diesen fiadores por ellos. Por que vos rrogamos que los dichos Nunno Martines e Alfonso Ferrandes, dándovos fiadores, por los dichos trescientos maravedis, que nos los servirán e merecerán en la obra de la dicha cal, que los resçibades dellos; e que nos prestedes los dichos tresientos  maravedis e gelos dedes e paguedes a los dichos caleros. E dadles luego recabdo de los dichos maravedis, e  fasedles que partan luego dende en toda manera, a la dicha lauor e non se detengan y. E vos, dándoles los dichos tresientos maravedis, Nos vos los mandaremos luego pagar. E, en esto, nos faredes serviçio e placer.

Fecha en la nuestra villa de Talavera, catorse días de mayo era de mill quatroçientos veynte e uno annos. Petrus, Archiepiscopus Toletanus.

Otrosi, cada noche e cada mannana, faser saber a todos esos romeros en como Dios queriendo, se començará a faser la puente, a reverencia e onor de Santa María de Guadalupe, la primera selmana de junio. Por ende, si ay algunos que quieran venir (a) servir a la dicha puente por sus jornales, que vengan y, asi omes commo mugeres, ca en mejor obra no pueden servir que en esta puente por do pasan los romeros dela Sennora. (Rubrica)”.

Esta carta contiene datos preciosos por lo que se refiere a Guadalupe: en primer lugar es muy significativo que Don Pedro Tenorio acudiese a Guadalupe en busca de maestros caleros para la obra del puente; este hecho atestigua lo perfeccionadas que se hallaban aquí para aquella fecha todas las industrias auxiliares del arte de construir. Aparte de esto, échase de ver en la carta la solicitud y entusiasmo que el prelado ponía en su obra y más importante de la carta, no sólo por hablarnos del gran número de peregrinos que en el siglo XIV acudían al Santuario, sino por asegurar expresamente el arzobispo que el puente se construía “a reverencia e onor de Santa María de Guadalupe” y para comodidad de los “romeros de la Señora”. ¡Bien demostraba su predilección por este Santuario aquel arzobispo de Toledo que seis años más tarde había de confiarlo a la custodia de los jerónimos, que por la piedad y por el arte llegarían a convertirlo en el verdadero santuario nacional!

El 29 de Junio del mismo año de 1383, escribía de nuevo Don Pedro Tenorio a Juan Millán comunicándole que los caleros le habían entregado cuatro hornadas de cal para la obra, e insistiendo en que se llevasen los trabajos con toda actividad. He aquí el tenor de su carta:

“Nos el arçobispo de Toledo fasemos saber a vos Johan Millán veedor de la iglesia de Santa María de Guadalupe, que Pedro Ferrandes  de Villegas contador mayor de nuestro Señor el Rey, nos enbió rrogar  que le diésemos un quintal de fierro e seys libras de asero para lo enviar y, e bien nos ploguiera de vos enviar luego el dicho fierro e asero, salgo porque aun no nos an traído fasta agora el fierro que nos an de traer; pero, diso queriendo, esta selmana será aquí, e vos enbiar por ello a un ome aquí a la nuestra villa de Alcolea, e darselo a Diego Andrés, abat de Sant Viçente de la Sierra, ca Nos le mandamos que diese el dicho fierro e asero al ome que vos enbiásedes por ello. Otrosi saber que de los trescientos maravedis que distes por nuestro mandado a Nuño Martines e Alfonso  Ferrandes, caleros, para que nos diesen cal, que nos an entregado ay quatro fornadas de cal e an merecido los dichos maravedis; por ende dar los a romper el contracto que sobre ssi vos otorgaron destos trescientos maravedis, pues que ya somos dellos entregados en la dicha cal. Otrosi diseronnos que teniendo cogido a soldada a Johan Sánches, yerno de Pedro Martín el çiego para que les ayudase a faser la cal que an de faser para la obra de la nuestra puente, e aviéndole pagado su soldada adelantada de un mes, dis que se fue allá a tener la fiesta de Sant Johan, e que fasta aquí que no es venido; por lo qual, por su mengua, ellos non pueden facer la dicha cal e nuestro servicio non se cumple. Por que vos mandamos que luego en punto, visto este nuesro albalá, le apremiedes que venga  a faser la dicha cal con los sobredichos, e que se non detengan y punto nin mas, porque nuestro servicio sea cumplido. En otra manera, si lo asi faser e complir non quisiere, fasedlo prender el cuerpo e enbiadlo preso e bien rrecabdado a su costa, a los dichos Nuño Martines e Alfonso Ferrandes porque merezcan la soldada que tienen pagada e sirvan con los sobredichos en faser la dicha cal. E non fagades ende al.

Scripta en la nuestra villa de Alcolea XXIX días de junio. Petrus. Archiepiscopus Toletanus”.
El carácter enérgico de don Pedro Tenorio no sufría retrasos en las obras que traía entre manos. Pedro Rodríguez de Burgos, su casero en Toledo, conservó en una de sus cartas interesantes noticias sobre el asunto que nos ocupa; con fecha 12 de Febrero de1384 y constestando a Juan Millán que le había pedido un maestro cantero para que trabajase en este Santuario de Guadalupe, le dice entre otras cosas, lo siguiente: “Otrosy del pedrero que desides que fable con él e vos lo envíe allá, sabed que nuestro señor el Arçobispo que mandó cerrar el taller e que non labre ninguno en él, que todos los pedreros a tomado el Arçobispo para que labren  en la su puente de Alcolea e en  la puente de Guadarrama que manda faser, e en la puente de Sant Martín de aquí de Toledo. E asy sabed que de aquí non podedes aver pedrero nenguno, que sy más obviese, mas serían menester para estas obras que el dicho señor tiene començadas”[4].

La construcción del puente del Arzobispo se concluyó en Septiembre de 1388, según una inscripción conservada por Quadrado, que hace de aquella obra la siguientes descipción: “ Cuatro de sus arcos se añadieron o reedificaron en 1770, compitiendo en solidez con la obra antigua. Sus dos torres se alzan unos cien pies sobre el nivel del río en los tercios del puente, abarcando la anchura de este y abriendo paso a los transeúntes  por bajo de sus arcos ojivales: una escalera interior permitía a los defensores bajar hasta el río para proveerse de agua. Sobre la puerta que mira a la villa se lee esta inscripción en bellos caracteres góticos, en medio de dos blasones del fundador: “Esta puente con las torres della mandó facer el mucho honrado en Christo Padre e Señor don Pedro Tenorio por la gracia de Dios Arzobispo de Toledo. Acabose de facer en el mes de Septiembre del año del Señor de MCCCLXXXVIII año”[5].

Quadrado conservó en su obra un magnífico dibujo del puente tal como se conservaba en su tiempo; en él aparecen las dos magníficas torres con ventanas ojivales, coronadas de almenas y defendidas por salientes barbacanas, siendo a la vez defensa del puente y su mayor ornato. ¡Lastima grande fue que al hacer la nueva carretera Oropesa-Guadalupe, no se respetaran tan hermosas y venerables construcciones; con ello se quitó al famoso puente el sello de la época y el carácter que imprimiera a la obra su generoso fundador don Pedro Tenorio”.



[1] GRACIA VILLACAMPA, Carlos, “El puente del Arzobispo para los peregrinos del Norte”, en revista Guadalupe, 659 (1982), pp.168-171.
GRACIA VILLACAMPA, Carlos, “El Puente del Arzobispo. Don Pedro Tenorio”, en Grandezas de Guadalupe. Madrid, 1924, pp.139-146.
[2] Biblioteca de Autores Españoles. Tomo 68: Crónica de Don Juan II. Generaciones y semblanzas. Cap. XIII, pág. 705.
[3] Va escrita en una hoja de papel de 160 por 325 mm. con este sobrescrito al dorso: “A Johan Millán proveedor de la eglesia de Santa María de Guadalupe, por el Arçobispo de Toledo.
[4] La carta, escrita en papel, mide 365 por 330 mm. El sobrescrito dice: “A Johan Millan teniente logar del prior  en Santa María de Guadalupe, de Pedro Rodríguez casero del Arçobispo de Toledo”. Nótese que mientras el arzobispo llama en sus cartas a Juan Millán veedor o proveedor de la Iglesia de Guadalupe, algunos  meses más tarde se le llama en esta “teniente logar de prior” del Santuario.
[5] Recuerdos y bellezas de España. Madrid. 1853. Castilla la Nueva. Tomo II, p. 455.


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