miércoles, 29 de abril de 2015

SANTOS PEREGRINOS EN GUADALUPE

GUADALUPE, META OBLIGADA DE SANTOS
En ninguna región de la cristiandad
suele haber tan gran concurso de gente
como aquí, por devoción y piedad”

(Shaschek,1465)

Desde que la Virgen María tuvo a bien manifestarse en este lugar escondido de las Villuercas, junto al río Guadalupe a finales del siglo XIII, su nombre y devoción corrieron como un torrente que busca la inmensidad del océano.

Tras su hallazgo, el pastor Gil Cordero de Santa María, acompañado por sacerdotes de Cáceres y otras personas, que habían acudido al lugar de la aparición, levantaron allí mismo una rústica ermita, siguiendo el mensaje profético de María: “Ca tiempo vendrá que en ese lugar se haga una iglesia y una casa muy notable y pueblo asaz grande” [1].

Sus constantes prodigios y favores pronto se difundieron por los Reinos hispánicos y Europa, como lo demuestra la presencia de peregrinos, numerosos y constantes en su iglesia, que resultaba ya pequeña y estaba bastante ruinosa, según consta en la bula Dum ad personam,  dada en Avignon el 2 de julio de 1335, por el papa Benedicto XII[2].

I. SANTUARIO NACIONAL
El rey Alfonso XI, que había visitado la iglesia en 1335, deseaba levantar un gran santuario al Oeste de su Reino, por lo que favoreció la ampliación del templo, especialmente después de 1340, cuando confió a Nuestra Señora la batalla del Salado. Conseguida la victoria, el monarca volvió a Guadalupe para dar gracias y mandó “ensanchar y ennoblecer con honrados beneficios”, constituyendo el priorato secular y declarándole de Patronato real, convirtiendo así la pequeña iglesia en el primer Santuario Nacional[3].
Años después, el propio monarca, concedió al prior mediante un Real privilegio, el 28 de agosto de 1348, el Señorío temporal sobre la puebla, dejando así su condición de realengo a población autónoma sujeta al señorío eclesiástico y jurisdiccional del prior. También la carta, dada en Cadalso[4], manda ensanchar y ennoblecer el templo de Guadalupe, que tras sucesivas edificaciones llegó a convertirse en el templo gótico-mudéjar que actualmente existe[5].
De esta forma, el Santuario adquiere durante el Priorato secular (1340-1389), un importante patrimonio espiritual y económico, gracias a las concesiones reales, el favor de los sumos pontífices, adquisiciones, bienhechores y peregrinos de la Santa Casa[6].
Aunque, esto también generó una serie de conflictos sociales, que irán minando a la institución, entre otras cosas, porque cada vez se necesita un mayor número de eclesiásticos para atender el culto, así como los problemas de la iglesia y del pueblo.
De esta manera se gestó en 1389, la fundación de la Orden de San Jerónimo en Guadalupe[7], convirtiendo el santuario en monasterio, para lo que se hicieron en el templo importantes reformas para acomodarlo a la vida monástica, ya que la vida de los monjes estaba centrada en la oración  y el trabajo.
Durante más de cuatro siglos  (1389-1835) la Orden de San Jerónimo cuidó de forma extraordinaria el culto litúrgico y rigió con pulcritud y escrupulosidad todos los servicios y oficios[8] organizados en torno a la Santa Casa “para honra y gloria de Dios y de Santa María de Guadalupe”,  haciendo de este lugar de peregrinación uno de los centros más importantes, por la devoción popular, la cultura y las artes[9].
Para ello se dotó al Santuario de espacios verdaderamente suntuarios: Claustro Mudéjar o de los Milagros (S.XV), Capilla de San José o Relicario (S.XVI), Sacristía (S.XVII) y Camarín (S.XVIII), en los que las almas de los peregrinos buscaron la paz de espíritu y ante la Señora, bebieron a raudales ansias de santidad[10].
Al mismo tiempo, los romeros hallaban sanaciones y cuidados para sus cuerpos maltrechos y doloridos en los afamados hospitales guadalupenses[11], en los que se les atendía sus dolencias físicas durante tres días , dándoles comida, ropa y calzado.
Todo esto hizo que la devoción guadalupense, se extendiera en estos siete siglos, igualmente por tierra que por mar, tanto en el antiguo como en el nuevo mundo, como lo demuestran las continuas peregrinaciones, sus constantes prodigios y favores, sus prácticas devocionales, sus templos, ermitas y altares, sus copias y trasuntos, algunos de incalculable riqueza, que hacen de este topónimo el nombre más universal que tiene la Madre de Dios[12].
A ello han  contribuido, de una forma muy especial, esa pléyade de Santos que peregrinaron a Guadalupe como hito destacado en su camino hacia Dios y encontraron en esta Casa de Nuestra Señora de Guadalupe el yunque de su santidad.

 II. SANTOS EN GUADALUPE

San Fulgencio  y Santa Florentina, Patronos de la Diócesis de Plasencia

Hermanos de San Leandro y San Isidoro, ambos fueron obispos de Sevilla. Los cuatros están relacionados con Nuestra Señora de Guadalupe, los dos primeros en su antigua leyenda y los otros dos, Fulgencio y Florentina, aunque no peregrinaron al Santuario extremeño, entonces inexistente, sus nombres están recogidos también en la antigua leyenda de Santa María de Guadalupe.

Estos dos últimos acompañaron a la imagen de la Virgen en su huida hacia el Norte, tras la invasión sarracena de la península en el año 711, siendo ocultados sus restos e imagen en estas abruptas sierras de las Villuercas[13].

Todos ellos proceden de Cartagena (Murcia), aunque emigraron a Sevilla, donde se establecieron. Los tres varones fueron obispos de Sevilla-Écija y participaron en los Concilios de Toledo[14].

Su padre,  se llamaba Severiano, según afirma Isidoro, al hablar de Leandro, el hermano mayor  de la familia: “Leandro, hijo de un  padre llamado Severiano de la provincia hispana cartaginense”[15]. Aunque algunos han pretendido que Severiano era un duque (dux) de esta provincia e hijo de Teodorico y padre de Teodora, esposa de Leovigildo y madre de Hermenegildo y Recaredo, está comprobado que esta teoría no está fundamentada en datos históricos, todo se reduciría a fábulas o leyendas[16]

Florentina, abrazó la vida consagrada igual que sus hermanos, profesando en el Convento de Nuestra Señora del Valle (Écija), llegando a ser abadesa y fundadora de varios conventos. Era la tercera de sus hermanos y como ellos, siguió el camino de la fe y de la santidad. Nació en Cartagena hacia 550 y falleció en Sevilla hacia 633, al igual que sus hermanos tuvo gran influencia en la conversión del reino visigodo, durante el reinado de Leovigildo.

Las reliquias de Florentina y Fulgencio fueron llevadas por los cristianos que huían de la invasión musulmana y ocultadas en uno de los valles de las Villuercas, donde son veneradas por el pueblo de Berzocana[17].

Fulgencio, sufrió el destierro sin renegar de la fe que profesaba desde niño. Tanto Leandro como Fulgencio hicieron valer su ascendencia sobre Recaredo, quien se convirtió al catolicismo en 589, dentro del III Concilio de Toledo, hecho principal en la Historia de España.

Fulgencio nació también en Cartagena hacia 540 y falleció en Écija hacia 623. A pesar de que hay pocas noticias suyas, sabemos que en 610 firma en Toledo como obispo de Écija (Astigi) y que participó en el Concilio II de Sevilla (619), defendiendo los intereses de su diócesis frente a los obispos de Málaga y Córdoba.

Invadida Écija por los musulmanes, según la tradición narra, ambas reliquias , junto con la imagen de la Virgen de Guadalupe, fueron trasladadas por los cristianos, siguiendo el camino de la Ruta de la Plata, ocultándolas en las estribaciones montañosas de las Villuercas. Allí, fueron descubiertas por un campesino que, arando con bueyes enganchó el arca que contenía las reliquias de los Santos, el día 26 de octubre de 1223, según la tradición oral,  levantando los naturales de Berzocana un gran templo en honor de ambos Santos, declarados Patronos de la Diócesis de Plasencia.

A finales del siglo XVI, el obispo de la Diócesis de Cartagena, regida entonces por Sancho Dávila, entró en pleito con Berzocana[18], al querer restituir las reliquias de los Santos a su ciudad natal. La tensión alcanzó tal grado, que hubo de intervenir el Rey Felipe II, que encomendó al prior de Guadalupe, fray Gabriel de Talavera, elaborara un informe. En 1593 a la vista de dicho informe, el  rey Prudente mandó quedasen los cuerpos en Berzocana, aunque dispuso que dos de los huesos mayores, -después serían cuatro- fueran llevados al El Escorial, de los cuales dos envío a Cartagena, según carta enviada al prior de Guadalupe en agosto y 9 de octubre de 1593, dándoles las gracias, al mismo tiempo que prohibía sacar mas huesos sin licencia suya. El pueblo de Berzocana con una generosidad digna de encomió costeó en 1610 una elegante capilla en el lado del Evangelio para custodiar estos Santos cuerpos que fueron colocados en una bella arqueta de plata sobredorada y ébano, al estilo de las del Relicario de Guadalupe. Todo ello, contribuyó a aumentar la devoción y a unir aún más los nombres de estos dos santos con el de Santa María de Guadalupe[19].

San Vicente Ferrer (Valencia, 1350 – Vannes (Francia),1419) +  29 de junio 1455

Religioso dominico, fue profesor en las Universidades de Lérida y Barcelona, donde mostró sus dotes de sabio orador. Prior, en los conventos de Lérida y de Barcelona y fervoroso apóstol, predicador en las plazas públicas que llenaba de fieles, no sólo en España sino en gran parte de Europa.

Hombre de paz entre los pueblos enemistados, fue penitenciario de Benedicto XIII. Como buen mediador intervino en el Concilio de Costanza y en la revolución del pleito dinástico de Aragón, en el famoso compromiso de Caspe, defendiendo la elección de Fernando de Antequera al trono de Aragón (1410).

Peregrino de Santa María de Guadalupe, según recoge su biógrafo Andrés de Ferrer:

“Paso a tierra de Extremadura y llegó al célebre Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, milagrosa hechura que se apareció en tiempo del rey don Alonso el Onceno. Encontró a dos leguas de distancia algunas caserías divididas, que las ocupaban judíos y moriscos, todos hortelanos y labradores. Predicóles y habiéndoles reducido a la verdad de nuestra fe, les obligó a que viviesen en lugar que hoy se llama Cañamera, que era población de cristianos”[20]

Esta visita se produjo siendo prior fray Fernando Yánez de Figueroa, a finales del siglo XIV, cuando el apóstol de Valencia se postró ante Nuestra Señora de Guadalupe. Muy cerca, en Cañamero, un grupo de cristianos traídos a la fe por su predicación, erigieron el templo parroquial en honor de Santo Domingo[21]

San Juan de Dios (Montemor o Novo, 1495 – Granada,1550) v  1638       +   1690

San Juan de Dios. Esmalte del Trono de Nuestra Señora


Religioso portugués, fundador de la Orden de los Hermanos Hospitalarios, se llamaba Joao Ciudad y llevo una vida aventurera hasta los 40 años (buhonero, pastor, soldado en los Tercios de Carlos V), que con ocasión de oír en Granada los sermones de San Juan de Ávila, dio un cambio radical a su vida consagrándose  a los enfermos y menesterosos. Recorría la ciudad con dos cántaras suspendidas al cuello, que con su solicitada caridad, fundó el primer hospital de la Orden en 1537, que posteriormente se llamó de San Juan de Dios[22].


Según recogen los cronistas del monasterio en 1539:

“Llegó a Guadalupe procedente del hospital de locos de Granada, donde lo tuvieron internado y donde conoció al Maestro Juan de Ávila. Costeaba su  viaje, largo y lleno de peripecias, vendiendo haces de leña. Andrajoso, llegó a la Casa de la Señora, en cuyo templo se ocultó una noche, cuando el sacristán cerraba sus puertas y corría la cortina  de la Virgen. Escondido tras una columna, rezó a la Virgen la plegaria de la Salve y, al llegar a las palabras <<Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos>>, se descorrió milagrosamente la cortina y pudo contemplar los ojos de la sagrada Imagen, quien le habló mostrándole a su Hijo desnudo y le dijo: <<Juan, viste a mi Hijo para que aprendas a vestir a los pobres>>. Sabido el milagro por el prior, padre Benavides, le tuvo veintidós días ayudando en los hospitales de Guadalupe con el hábito de donado, -que seguiría vistiendo durante muchos años. Juan marchó a Granada, donde puso en prácticas el mensaje de Nuestra Señora, donde fundó la Orden de Hermanos en una vieja casa, que él convirtió en Hospital de pobres, ayudado por el prior de los monjes jerónimos de esta ciudad”[23].

La Orden Hospitalaria, fundada por San Juan de Dios, fue aprobada por San Pío V en 1572, en la que sus miembros se obligan, con un cuarto voto, a dedicarse al cuidado de los enfermos aún a riesgo de la propia vida.

San Pedro de Alcántara (Alcántara, 1499 – Arenas de San Pedro,1562) v  18 abril 1622    +   28 abril 1669
San Pedro de Alcántara. Esmalte del trono de Nuestra Señora

Hijo del licenciado Alonso Garabito y de María Vilela de Sanabria, estudió en Salamanca y en 1515, recibió el hábito franciscano en la Provincia Descalza de San Gabriel, donde fue ordenado sacerdote en 1524, de la que posteriormente fue ministro provincial  (1538-1541).

Asceta y maestro de la penitencia, Pedro de Alcántara cultivó y alimentó la religiosidad de la gente sencilla, a la que trató de formarla para que llegaran a la verdad evangélica, a través de la oración auténtica y vida apostólica penetrando en las entrañas del pueblo, con su pobreza llegó tanto a los humildes y pobres como a los hacendosos y ricos.

“Pedro fue un extremeño que sin ser conquistador fue más famoso que ellos, sólo practicando el Evangelio, llegó a ser patrono, no sólo de Extremadura, sino también del nuevo reino de Brasil. La universalidad de sus obras, fundaciones y hermanos alcantarinos se hizo presente en todos los continentes, desde América a Oceanía, desde Europa a África”[24].

Fue director espiritual de Santa Teresa de Ávila, quien le retrató de la siguiente manera:

“…en cuarenta y siete años de fraile jamás cubrió la cabeza ni calzó los pies. En todo este tiempo utilizó un solo hábito. Durante varios años su pitanza fue pan y agua sazonados con ceniza; y en cuarenta años sólo durmió una hora y media cada día, y esto apoyada la cabeza en un maderillo. Era tan extrema su flaqueza que no parecía sino hecho de raíces de árboles[25]”.

Según Torres Tapia el andariego alcantarino llegó a Guadalupe en 1541, cuando hacia la visita como ministro provincial a varios de los conventos de la Provincia de San Gabriel: “...Visitándolo nuestro padre provincial fray Pedro de Alcántara en su paso a la Santa Casa de Guadalupe, siendo prior de aquella Casa fray Hernando de Sevilla”[26].

Pero además, de ser peregrino de Guadalupe, la espiritualidad de Pedro de Alcántara y obra evangélica se nutrió de las fuentes guadalupense y extremeña, tanto por su lugar de nacimiento como por su propio desarrollo[27].

San Juan de Ávila (Almodovar del Campo, 1500 – Montilla, 1569). v  6 abril 1894    +   31 mayo 1970

Este maestro, predicador apostólico y consejero de santos, la mayoría romeros de Santa María de Guadalupe, fue hijo de una acaudalada familia. Su padre, Alonso de Ávila, de origen judío y de Catalina Xixón, muy cristianos y piadosos, que sentían una gran devoción por Santa María de Guadalupe, a la que visitaban con frecuencia por ser una imagen de grandísima devoción en España[28].

Ya desde su mas tierna infancia Juan de Ávila da muestra de espiritualidad, sacrificio y entrega, desde que se va a Salamanca a estudiar leyes, o en 1520 cuando se fue a estudiar “Artes” en la Universidad de Alcalá de Henares, donde entra en contacto con el humanismo del siglo de Oro español, consigue el título de Bachiller y empezó el estudio de la Sagrada Teología.

Allí conoció a don Pedro Guerrero, posteriormente arzobispo de Granada, donde prosigue su formación teológica alcanzando el grado de Maestro en 1537.

Pero antes, en su camino hacia la santidad, Juan de Ávila, tiene que aceptar la perdida de sus queridos padres. Este hecho luctuoso hace que se entregue durante tres años a la oración y meditación, ordenándose posteriormente sacerdote. Su primera misa , la celebra en Almodóvar del Campo, en honor de sus padres y reparte entre los pobres sus cuantiosos bienes, quedando para sí mas que “un vestido de paño bajo”, cumpliendo así su deseo de ir a predicar el Evangelio sin bolsa ni alforja, a los nuevos cristianos del continente americano.

Pero como los caminos de Dios son inescrutables, Juan de Ávila, no pudo embarcar por orden del Arzobispo hispalense y gran inquisidor , don Alonso Manrique, teniendo que quedarse “en las Indias del Mediodía Español”[29], donde traba una profunda amistad con los dominicos de Sevilla.

A pesar de ello, Juan no se desanimaría y lleva a cabo su maravillosa obra sacerdotal, predica tanto al clero como al pueblo encendiendo las almas y corazones de todos los que escuchan, llevando templos, plazas públicas, calles, hospitales, a todos lanza su palabra, como lluvia, con paz y verdad, como dardos penetrantes[30].

Eso le ocurrió a San Juan de Dios en 1537, cuando oyendo su predicación quedó tan tocado y fuera de sí que este mercader se hizo el loco para sentir la humillación y el desprecio de si mismo por su vida anterior. Abrasado por las llamas del divino amor, pedía a Dios misericordia, convirtiéndose desde ese momento en el pastor y defensor  de las personas más miserables y pobres, que recoge en su casa de Granada. De esta forma nace entre el discípulo más amado y el maestro una amistad inquebrantable, guiándole hasta que San Juan de Dios peregrina a Guadalupe.

Juan de Ávila, sufre en 1531, un  proceso inquisitorial por calumnia que le lleva a la cárcel durante un año, lo que le une aun más a Cristo crucificado, en santidad y fortaleza de fe.

Por ello, no tendrá reparo en empezar una y otra vez , prepara misiones a Extremadura, Córdoba, Granada, la Mancha. Funda colegios, escuelas para revitalizar la Iglesia o retirarse a Montilla cuando la enfermedad no le deja, en una modesta y sencilla casa, donde respira pobreza evangélica y espera a la hermana muerte para gozar de la contemplación de la gloria.

En 1946 Pío XII le declara Patrono principal del Clero secular español.

San Francisco de Borja (Gandía, 1510 – Roma, 1572) v  23 noviembre 1624    +   12 abril 1671

Marqués de Lombay, duque de Granada y tercer general de los jesuitas, aunque desde su juventud mostró inclinación por la vida monástica, su padre le envió a la Corte de Carlos V, donde en 1529 casó con Leonor de Castro y en abril de 1539, el emperador le nombró virrey de Cataluña y fue también encargado de conducir el cadáver de la emperatriz Isabel, desde Toledo a  Granada, quedando tan profundamente impresionado que decidió abandonar la Corte.

Al fallecer su padre, en 1543 se hizo cargo del ducado de Gandía, dejando su cargo de Virrey, donde construyó un colegio de jesuitas. Años después, en 1546 al fallecer su esposa ingresó en la Compañía de Jesús, siendo ordenado sacerdote en Roma en 1551. Rehusó el capelo cardenalicio y se puso a las órdenes de San Ignacio de Loyola, dedicándose a la predicación.

En 1554 fue nombrado comisario general de la Orden para España, Portugal y las Indias, y a la muerte de Laínz, en 1565, fue elegido tercer general de los jesuitas y durante su generalato multiplicó las misiones y reorganizó los métodos de enseñanza.

Un año después de su nombramiento como comisario general, en febrero de 1555, en carta enviada a San Ignacio de Loyola, le comunicaba lo siguiente:

“...Después me partí, -desde Córdoba- para esta ciudad de Plasencia, último de febrero, y de camino visité a los marqueses de Gibraleón en Belalcázar, y de allí, pasando por nuestra Señora de Guadalupe, passé a Oropesa, a verme con el Conde, que me sperava”, dicha misiva esta fechada en Plasencia a 23 de marzo de 1553[31].

Aunque su relación con la corte y especialmente con la emperatriz Isabel de Portugal, es muy probable que visitara Guadalupe más veces, debido a su gran devoción a la Señora. También en carta dirigida al príncipe Felipe, en 1554, le sugería que se enviase peregrinos a Nuestra Señora de Guadalupe para rogar por la salud de la Reina doña Juana[32].

Desde Roma, en 1567, en otra circular cita a Guadalupe como lugar famoso de peregrinaciones, pero sería durante el priorato de fray Nuflo de Valencia cuando visitó el Santuario, en los primeros días de marzo de 1555[33].

Santa Teresa de Jesús (Ávila,1515 – Alba de Tormes, 1582) v  24 abril 1614     + 12 marzo 1622

Santa Teresa de Jesús. Esmalte del trono de Nuestra Señora

Nació en Ávila, dentro de la noble familia de Alonso de Cepeda y Beatriz de Ahumada, aficionada a la lectura, desde su más tierna infancia, sintió pronto la llamada de Dios, abrazando la regla del Carmelo, cuya vocación vivió austeramente dentro de su convento, alcanzando el éxtasis de perfección y amor a Dios[34].

Viajera incansable, mujer inquieta y austera, en 1562 se propuso reformar la Orden, fundando en Ávila un nuevo convento, al que posteriormente se unirían otros, no sin obstáculos, que venció con el ardor de su fe, hasta que fue aprobada por el papa.

Como religiosa, fundadora y escritora mística, su figura, al igual que la de su director espiritual fray Pedro de Alcántara, es una de las más importantes de la mística española.

Cuenta con una amplia producción literaria, en prosa, verso y una muy interesante correspondencia epistolar, de fina espiritualidad y alto magisterio reconocido por la Iglesia universal.

En el año 1548 existe constancia documental de la visita de la Santa abulense, al Santuario de Guadalupe: “Siendo (yo) de edad de cinco o seis años, estando en la Puebla de Montalbán, donde me criaba, en casa de un tío mío, acertó a pasar nuestra Santa Madre por allí, que venía de una romería de Nuestra Señora de Guadalupe y posó en casa que era su primo”, según dejó escrito María Ocampo  en 1562, biógrafa y hermana de Orden de la reformadora del Carmelo[35].

Otra voz autorizada de la Santa de Ávila describe su itinerario a Guadalupe, por Navalmoral, Burgohondo, Mombeltrán, Talavera, Espinoso del Rey y Alía, religiosa anónima entonces, Teresa, quizás acompañada de su hermana Juana, debió permanecer en Guadalupe dos o tres días, que el monasterio permitía a los peregrinos pobres, ofreciéndoles comida y alojamiento[36].

El motivo de su vida está relacionado con la marcha de sus siete hermanos en la aventura de las Indias, solicitando protección a la Señora al mismo tiempo que encomendarla la reforma del Carmelo.
Su regreso fue por Alía, Espinoso del Rey y Puebla de Montalbán, donde Teresa visitó a su primo Diego de Cepeda y conoció a la testigo María de Ocampo, a la que animó a irse con ella al Carmelo. Luego por Torrijos, Escalona, Guisando y Barraco regresó a Ávila[37].  

San Juan de Ribera (Sevilla, 1533 – Valencia, 1611) v  18 septiembre 1796   +  12 junio 1960

El pastor evangélico de la Iglesia española, Juan  de Ribera, nació en el seno de una nobilísima familia. Su padre fue don Pedro Afán Enríquez de Ribera y Portocarrero, virrey de Cataluña y posteriormente de Nápoles. Huérfano de madre, Teresa de los Pinelos, en los primeros años de su vida. Recibió una esmerada educación, que costeó íntegramente su padre, en Salamanca, donde ya dio muestra de perfección y santidad, espíritu de penitencia, desprendimiento a favor de los pobres[38].

Después de una cuidada y selecta preparación, fue ordenado sacerdote y se doctoró en 1557, siguiendo las normas de vida, enviadas por Juan de Ávila y las prácticas de penitencia y de más estricta observancia de Pedro de Alcántara, al que consultaba las cosas del espíritu.

Pronto su fama de santo llegó hasta la Corte y Felipe II, a pesar de su juventud (29 años) le propuso para Obispo de Badajoz[39], aunque Juan se sentía indigno, terminó aceptando por obediencia la voluntad de Dios, consagrándose en Sevilla en 1562.

Como verdadero y buen pastor Juan de Ribera visitó todas las parroquias de la Diócesis y comprobó la necesidad de formación religiosa que tenía el pueblo, piadoso pero poco evangelizado.

Su fama voló fuera de su propia diócesis hasta llegar a Roma, donde Pío V vio en él el modelo de prelado que quería para la Iglesia tridentina, por lo que le nombró patriarca de Antioquia. Su conocimiento exhaustivo de la Baja Extremadura, debió infundirle la devoción de la Virgen de Guadalupe, tenida por los extremeños como su verdadera Patrona, aunque muy pocos datos podemos aportar en su peregrinación al Santuario, cuya fama y devoción estaba ya extendida por toda España y el Nuevo Mundo.

Su paso por Guadalupe consta en una rara obra titulada “Viaje a Jerusalén”. Sevilla, 1606, conservada en la Biblioteca Nacional[40], aunque seguramente, en más de una ocasión, como Obispo de Badajoz subió a visitar a la Señora de las Villuercas, especialmente antes de partir para la sede arzobispal de Valencia.

Su halo de santidad creció aun más al final de su vida, cuando acepto con alegría la enfermedad. Al recibir el Santísimo Sacramento, se bajó de la cama y lo adoró de rodillas, pidiéndole perdón por haberlo hecho venir a su morada. Murió santamente el 6 de enero de 1611.

Santa Beatriz de Silva (Ceuta, 1424 – Toledo, 1491) v  28 julio 1926  +   3 de octubre 1976

Dama de recio abolengo portugués, nació en Ceuta en el seno de la familia Ruy Gómez de Silva e Isabel de Meneses, en cuya conquista intervino su padre, soldado del rey luso Juan I, al que gratificó años después (1434) con la alcaldía de Campo Mayor.

En 1445, al fallecer la esposa de Juan II de Castilla, y concertarse su segundo matrimonio con la princesa Isabel de Portugal, ésta se reservó el derecho de traer a la Corte castellana sus propias damas portuguesas, eligiendo entre ellas, a su pariente Beatriz, hermosa y simpática doncella, a la que nobles y cortesanos solicitaban su amistad, recibiendo bastantes proposiciones de matrimonio.

La propia reina, tomo celo de ella, pensando que su esposo la distinguía con especiales muestra de afecto, hasta tal punto, que Isabel encerró en un baúl a Beatriz en Tordesillas (1541) condenándola a estar tres días sin comer ni beber[41].

Aunque para la Santa portuguesa, sus pensamientos iban por otros derroteros llevando con paciencia los arrebatos de la reina. Liberada de su prisión abandonó la corte y con otras dos sirvientes se refugiaron en el monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo. Allí moró, como Señora de piso, durante 30 años, forjándose una elevada santidad y madurando su propia congregación de la Orden de la Inmaculada Concepción[42], que sin duda nació por el contacto con la Orden Franciscana, bien durante su estancia en Campo Mayor con los franciscanos o en sus conversaciones y prácticas religiosas junto a las monjas clarisas de Tordesillas y la defensa fomentada por María de Aragón y por Isabel la Católica a favor de la devoción a la Inmaculada Concepción, siendo uno de los mayores valedores el Santuario de Guadalupe, al que ella peregrinó con motivo de la boda de Isabel de Portugal.

Además, uno de sus diez hermanos, Juan –luego beato Amadeo- vivió varios años sirviendo la Santa Casa, hasta que el padre Illescas, prior del monasterio le autorizó en 1452, viajar a Italia para vestir el hábito franciscano[43].

San Antonio María Claret (Sallent, 1807 – Fontfroide, 1870) v  25 febrero1934  + 7 mayo 1950
San Antonio María Claret, Esmalte del trono de Nuestra Señora

Desde su más tierna infancia este “misionero apostólico”, sintió la protección de María, bien en Fasimana, ermita de su pueblo natal, Sallent, en Monserrat, el Pilar, Covadonga o en Guadalupe. Nació en el seno de una familia profundamente cristiana y aunque su padre quiso siguiera los pasos en el arte de la fabricación textil, montándole su propia fábrica, éste a pesar de sus cualidades en el arte del tejido, siguió la voluntad de Dios, que le tenía predestinado a ser el gran evangelizador y misionero español del siglo XIX, tan convulso en la vida política como en la religiosa.

Ordenado en Vic, el 13 de junio de 1835, en plena efervescencia de las leyes exclaustrantes y desamortizadoras, donde quedó encargado de su parroquia natal, aunque pronto se dio cuenta de que eso no era lo suyo. La situación política en Cataluña dividida entre liberales y carlistas y la de la Iglesia sometida a la desconfianza de los gobernantes, no le dejó otra salida que la de marcharse de su patria y ofrecerse a Propaganda FIDE, encargada entonces de la evangelización.

Durante 1840-1847 actuó como misionero en Cataluña y Canarias, donde familiarmente le llamaban “El Padrito”, su popularidad fue tal que es coopatrono de las Diócesis de las Palmas.

Dos años después, en 1849 funda en Vic, la congregación de Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María. En este mismo año, pocos días después, recibe el nombramiento, por parte de Pío IX, de Arzobispo de Cuba, donde ejerció plenamente su ministerio de misionero evangelizador, hasta 1857, año en que regresa a España, al ser nombrado confesor de Isabel II y Arzobispo de Trajanópolis. La Reina Isabel le nombró administrador de El Escorial y le encargó la reconstrucción del monasterio. Perseguido por su defensa de la fe, independencia y neutralidad política siempre, acompañó a la familia real en su destierro a Pau, como si un delincuente fuera hubo de refugiarse en el monasterio de Fontfroide, donde a los 63 años de azarosa vida, falleció el 24 de octubre de 1870.

El 20 de mayo de 1867, tres años antes de su muerte, enfermo y cansado, quiso peregrinar hasta Guadalupe, para cumplir un viejo deseo, que le reservaba la Virgen Morena de las Villuercas[44], para llenarse de ese espíritu mariano, que como luz tenue y suave penetraba en el acontecer de su vida diaria.

“Llegó Claret a la Santa Casa, a media tarde, cuando los fieles estaban congregados en el templo, obsequiando con los perfumes de las rosas en este mes de mayo, uniéndose a las plegarias de los asistentes, les dirigió unas palabras, subió al Camarín, donde el encuentro con la Señora, debió de ser imborrable, cuando según el mismo ha dejado escrito los siguiente : “Acuerdate de los favores en el Camarín de la Virgen de Guadalupe, día 20 de mayo, de San Benardino de Sena”[45].

El mensaje de Nuestra Señora debió calar hondo en este siervo de Dios, al igual que en los misioneros claretianos extremeños, quienes en el 50 aniversario de la canonización del Santo, ofrecieron a la Virgen de Guadalupe una reliquia suya, como presencia más íntima con la Santa Casa[46] .

 San Josemaría Escrivá de Balaguer (Barbastro,1902 – Roma,1975) v  17 mayo 1992   +  6 de octubre 2002

Nace en el seno de una familia trabajadora, José y Dolores, siendo el segundo de seis hermanos de profunda raíces cristianas.

Fue en Logroño, donde sintió la llamada de Dios que le mostró las huellas de su paso, por lo que se hace sacerdote, ingresando en el Seminario de Zaragoza, además siguiendo los consejos de su padre, compagina en la Universidad de Zaragoza los estudios de la carrera de Derecho.

Recibe la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925, momento en que comenzó a ejercer su ministerio, primero en una parroquia rural y después en Zaragoza. En 1927 se traslada a Madrid para doctorarse en Derecho y el 2 de octubre de 1928 Dios le hace ver su camino, fundando el Opus Dei, sin perder su contacto con los enfermos y pobres de Madrid.

Al igual que otros muchos  religiosos, con motivo de la guerra civil, se ve obligado a salir de la capital, aunque en 1923 regresa a Madrid para terminar sus estudios de doctorado y dirige durante este periodo numerosos ejercicios espirituales para laicos, sacerdotes y religiosos.

En 1946 se traslada a Roma, donde fija su residencia, y prosigue sus estudios de Teología, doctorándose en la Universidad Lateranense. Desde la ciudad santa viaja a distintos países de Europa y América con el fin de consolidar el trabajo apostólico del Opus Dei.

Su devoción por la Virgen de Guadalupe, nace principalmente a la otra orilla del Atlántico, aunque ya en 1942, peregrinó desde Madrid al Santuario de Guadalupe (Cáceres), los días 27 y 28 de junio (sábado y domingo), acompañado por don Álvaro del Portillo y un miembro de la Nunciatura Apostólica en España[47], visitando a la Reina de la Hispanidad en su Camarín donde seguramente imploró su protección para la Iglesia y el pueblo español, entonces dividida por la guerra civil.

Igualmente, en 1970 viajó hasta la colina del Tepeyac para implorar la protección de la Virgen de Guadalupe para la Iglesia Santa, herida en el desamor y por los ataques de sus propios hijos[48] .

Mártires de la Guerra Civil:

La persecución religiosa que vivió España durante la guerra civil (1936-1939), supuso una de las sangrías mayores que ha sufrido la Iglesia española. Setenta años después, la Santa Sede ha querido reconocer a estos mártires, que como profetas en el desierto, han  sido elevados a la gloria de los altares, siendo la beatificación más grande de la Iglesia[49].

Varios de estos mártires peregrinaron al Santuario para postrarse ante Santa María de Guadalupe.

Beato Narciso de Estenaga y Echevarría (Logroño, 1882- El Piélago, 1936) v  28 octubre 2007

Este hombre de Dios, fue uno de los mejores oradores sagrados del siglo XX. Ingresó en el Seminario Aguirre de Vitoria y prosiguió estudios de Teología en Toledo, donde fue ordenado en 1907.

Ocupó el cargo de Deán de la Catedral y como tal intervino y promovió el Oficio de la Virgen de Guadalupe como reconocido experto en Sagrada Teología.

También nuestro archivo conserva varias circulares, como secretario del arzobispado de Toledo, firmadas por su puno y letra, en la que solicita información para sus estudios históricos-artísticos como doctor en Historia.

En todos ellos, muestra su gran devoción por Nuestra Señora, pidiendo al superior le tenga presente y le encomiende ante Ella, “aún no sea más que rezando una Salve”.

En 1922 fue nombrado obispo, con el título de Dora y Prior de las cuatro Órdenes Militares en la provincia de Ciudad Real, donde actuó como pastor de su diócesis, desde el 22 de julio de 1923, con suma dedicación, piedad y austeridad de vida.

En 1927, Esteneaga, visita a Nuestra Señora, disfrutando de este Real sitio durante casi tres días (19-21 de abril), en compañía de sus Hermanos los franciscanos, dejando escrito en el Libro de Oro la siguiente plegaria: “Es la tercera vez que vengo a Guadalupe; y al marcharme exclamo igual que en la primera vez, y que Ntra. Señora nuevamente me otorgue la gracia de postrarme a sus plantas”[50].

Ciertamente que la Señora le otorgó una siguiente visita, el 12 de octubre de 1928, en la Coronación canónica de Santa María de Guadalupe, como Reina de las Españas, a la que asistieron numerosos prelados conjuntamente con el rey Alfonso XIII[51]

Beato Julio Melgar Salgado (Bercero,1900 – El Pliego,1936) v  28 octubre 2007

Este siervo de Dios, hijo de los vallisoletanos Dionisio Melgar y Laureana Salgado, estudió en el Seminario Universidad de Valladolid, donde conoció a monseñor Narciso de Esténega y Echevarría, con el que entabla una profunda amistad.

Ordenado sacerdote en 1924, por el mismo de Ciudad Real, don Narciso Esténega, quien le nombra su secretario.

Los doce años de vida sacerdotal fue siempre el servidor fiel y prudente, siempre al lado de su obispo, con el que compartió su amor y devoción a la Virgen de Guadalupe, especialmente en las visitas a sus santuario como peregrino en 1925, que hizo la Diócesis de Ciudad Real el 2 de mayo, en la que su obispo pronunció unas encendidas palabras al besar el manto de la Santísima Virgen en su Camarín, que provocó en sus amados hijos emoción vivísima, por cuyos ojos corrían furtivas lágrimas[52]. En la visita de 1927, donde estuvieron casi tres días en Guadalupe o en octubre de 1928, en esa maravillosa proclamación de fe que fue la Coronación canónica de Santa María de Guadalupe, como Reina de las Españas o de la Hispanidad.

Su grata amabilidad, sencillez y virtud de servicio le acompañó hasta su temprana muerte, que demostró cuando, el día 22 de agosto de 1936, los milicianos detuvieron al señor obispo Esténega y le dijeron al siervo fiel: “Puede usted quedarse”, a lo que el respondió: “yo voy siempre a donde va el Señor Obispo” y como el obispo iba al martirio, al martirio fue con él “fidelis usque ad mortem”[53].

Beato José Polo Benito (Salamanca, 1879-Toledo, 1936) v  28 octubre 2007.

Este salmantino, bautizado in extremis, conoció pronto la devoción que irradiaba la Patrona de Extremadura. Estudió en el Seminario de Salamanca y de Ciudad Rodrigo.

A los dieciocho años volvió a la capital charra para doctorarse en Teología y Cánones, donde también fue ordenado sacerdote en 1904.

Su actividad pastoral comenzó en Sancti Spiritu (Salamanca). Un año después, en 1905 es nombrado catedrático de la Universidad Pontificia de Salamanca, aunque en 1911 marchó a Plasencia, como maestre escuela de aquella catedral, donde permaneció hasta 1918, cuando fue promocionado a Deán de la Catedral Primada de Toledo, cargo que ejerció hasta su muerte, el 22 de agosto de 1936, cuando fue fusilado en la Puerta del Cambrón, junto a un grupo de 80 personas.

Su devoción a la Virgen de Guadalupe y el afecto por la Orden Franciscana que rige los destinos del Santuario desde 1908, los dejó magníficamente escritos en varios artículos publicados en ABC y en la revista Guadalupe: ...Pero es que en mi viaje de ahora al amado Monasterio se entró por los ojos y llegó hasta el alma, el convencimiento de que la obra de esta Orden, la dirección actual del padre Puig, imprime un movimiento de coordinación e integralidad en virtud del cual avanza dichosamente el edificio...”[54].

Esta amistad y reconocimiento a los frailes, por la obra restauradora en Guadalupe, le granjeó el afecto de la Comunidad franciscana visible en los actos preparativos de la Coronación de la Virgen, especialmente el día 1 de octubre de 1928:

“A las puertas del Santuario le aguardaba la Comunidad franciscana -Cardenal Segura-, a cuya cabeza estaba, por deferencia de amistad, el deán de la catedral de Toledo, José Polo Benito, revestido de pluvial”[55] .

III. CONCLUSIÓN

Guadalupe, como Santuario de María, ha manifestado siempre, la santidad de Dios, bien por su origen mariofánico, por los signos sobrenaturales, por el perdón y los bienes espirituales, por la forma de vida de sus custodios y servidores o por ser meta de Santos[56]. Aunque, con respecto a estos últimos, diremos que no están todos los que son ni son todos los que están, porque ante la faz de la Iglesia lo son aquellos que han subido a los altares, cuyos santos nombres hemos presentado aquí pero ante los ojos de Dios, solamente Él puede contar el número de sus Santos.


A. R.

Guadalupe


[1] A.M.G. Códice 3: Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe desde 1490 hasta 1503. Leyenda Caps. I-IV, 5 folios.
RAMIRO CHICO, Antonio, “Santa María de Guadalupe, la Virgen Morena de las Villuercas”, en revista Guadalupe, 797 (2006), pp.8-15.
[2] A.S.V. Registro 120, ep.60 y A.M.G. O.F.M. 1: BENEDICTO XII, Bula Dum ad personam, de nombramiento del cardenal Pedro Gómez Barroso, como rector de la iglesia de Santa María de Guadalupe.
[3] GARCÍA, Sebastián, “Guadalupe: Santuario, Monasterio y Convento”, en Guadalupe: Siete siglos de fe y de arte. Arganda del Rey, 1993, pp.25-34.
[4] ALFONSO XI, Carta dada en Cadalso, 25 de diciembre de 1340, de institución del Patronato Real y del Priorato Secular. Traslado: A.M.G. Legajo 1.
[5] ANDRÉS, Patricia, Guadalupe, un centro histórico de desarrollo artístico y cultural. Salamanca, 2001, pp.63-78
[6] LLOPIS AGELÁN, Enrique, “La gestión de un gran holding de empresas en la España medieval y moderna: el monasterio de Guadalupe”, en Guadalupe y la Orden Jerónima. Una empresa innovadora. Actas del congreso. Badajoz, 2008, pp. 31-68.




RAMIRO CHICO, Antonio, “El Monasterio de Guadalupe: De Real Santuario a despojo nacional (1808-1835)”, en La desamortización: El expolio de Patrimonio artístico y cultural de la Iglesia en España.R.C.U. Escorial-Mª Cristina. Madrid, 2007, pp. 652-680.
[7] GARCÍA, Sebastián, OFM., “Real Monasterio de Santa María de Guadalupe: Historia y actualidad”, en Monjes y Monasterios Españoles....Actas del Simposium Vol. II. R.C.U. Escorial-Mª Cristina. Madrid, 1995, pp.195-279.
[8] A.M.G. Códice 99: Libro de los Oficios del Monasterio de Guadalupe. 1499.
ALOVERA, Fray Pablo de, OSH., Libro de la Hacienda que la Sta. Casa de Nuestra Señora  de Guadalupe tiene en heredades, dehesas, rentas, juros, otros aprovechamientos. 1641.
[9] CRÉMOUX, François, Pèlerinages et miracles à Guadalupe au XVI siècle. Casa de Velásquez. Madrid, 2001.
[10] VARIOS, Modelos Arquitectónicos del Real Monasterio de Guadalupe. Sevilla, 2004.
ÁLVAREZ, Arturo, Guadalupe. Madrid, 1964, pp.167-173.
[11] MUÑOZ, Agustín, Los Hospitales docentes de Guadalupe...Badajoz, 2008, pp. 22-29.
[12] ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Arturo, La Virgen de Guadalupe en el Mundo. Culto e Imágenes antiguas. Madrid, 2000.
[13] TALAVERA, Gabriel de OSH, Historia de Nuestra Señora de Guadalupe..Toledo,1597, pp.349 y ss.
[14] BALTASAR RODRÍGUEZ, Juan Francisco, San Fulgencio y Santa Florentina. Una tradición compartida. Cuadernos  sobre religiosidad y santuarios murcianos. Asociación Patrimonio Siglo XXI, núm.1. Murcia, 2002.
[15] DOMÍNGUEZ DEL VAL, U., Historia de la Literatura latina hispana cristiana. Madrid, 1998, p.19.
[16] GÓMEZ COBO, Antonio OFM., “Santa Florentina de Cartagena”, en ……………..
[17] MALAGÓN, Juan de, OSH., Historia de N. Señora de Guadalupe y algunos milagros suyos, ilustrada de algunas devotas meditaciones. Salamanca, 1672, pp. 19-20 y 49-53.
[18] TALAVERA, Gabriel de OSH, Obr. cit. pp.350-351
[19] ABC. Nov.1959: “Guadalupe, relicario de historia. Dos hermanos de San Isidoro, perdidos en la Villuercas. Berzocana (Cáceres) guarda sus cuerpos”. También en revista El Monasterio de Guadalupe, 541(1962), pp.165-168.
RODRÍGUEZ MAGRO, Amadeo, “San Fulgencio y Florentina” en Boletín Oficial del Obispado de Plasencia, 1 (2007), pp.13-15.
[20] FERRER DE VALDECEREBRO, Andrés de, Historia de la Vida maravillosa de San Vicente Ferrer. Madrid, 1971, pp.62-63.
ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Arturo, Cien personajes en Guadalupe. Madrid, 1995, p.129.
[21] GARCÍA, Sebastián y TRENADO, Felipe, Guadalupe, historia, devoción y arte. Sevilla, 1978, p. 77.
[22] SAN JOSÉ, Francisco de, OSH, Historia Universal de la Primitiva y Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Madrid, 1743., pp. 129 y 255-257.
[23] CRÓNICA HOSPITALARIA y Resumen Historial de San Juan de Dios. Madrid, 1715-1716, cap. 43.
ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Arturo, Obr. cit. P. 99.
[24] SANZ VALDIVIESO, Rafael OFM., “San Pedro de Alcántara, hombre universal”, en San Pedro de Alcántara, Hombre Universal. Actas del Congreso de Guadalupe. Madrid, 1998, pp.83-112.
[25] BARRADO, Arcángel, OFM., San Pedro de Alcántara. Estudio documentado y crítico de su vida. Madrid, 1965, pp. 39 y ss. Segunda edición. Cáceres, 1995.
[26] TORRES TAPIA, Alonso, Crónica de la Orden de Alcántara. Madrid, 1763. Libr. V, cap. 2, p.657
MUÑOZ GALLARDO, Juan Antonio, “San Pedro de Alcántara. Su genealogía y estancia en Badajoz, Villanueva de la Serena y Monasterio de Guadalupe”, en El Monasterio de Guadalupe, 302 (1940), pp.26 y ss.
[27] RAMIRO CHICO, Antonio, “Fondos bibliográficos y documentales alcantarinos en la Biblioteca del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe”, en San Pedro de Alcántara, Hombre Universal. Madrid, 1998, pp. 693-718.
[28] PROCESO DE ALMODÓVAR, declaración de Isabel Ruiz de Negreda , ASV. Proceso 3172, f.263 vto.-264.
SALA BALUST, L. y MARTÍN HERNÁNDEZ, F., Biografía V.I, pp.20-21.
GALLEGO PALOMERO, Juan José, Sacerdocio y oficio sacerdotal en San Juan de Ávila. Córdoba, 1998, pp.22 y ss.
[29] ESQUERDA BIFET, Juan de Ávila. Escritos sacerdotales. Madrid, 1969, p. 5.
[30] MUÑOZ, L. Vida y virtudes del venerable varón el P. Maestro Iván de Ávila predicador apostólico. Con algunos elogios de las virtudes y vidas de algunos de sus principales discípulos. Edición crítica preparada por L. Sala Balust. Barcelona, 1964, pp.175.
[31] ÁLVAREZ ALVAREZ, Arturo, Obr. cit., p. 63
[32] Monumenta Societatis Jesu, III, 1539-1565 (Matriti, 1908), epístola 88, p. 200
[33] CALLEJO SERRANO, Carlos, El Monasterio de Guadalupe. Madrid, 1958, p.26
[34] MACCISE, Camilo “Santa Teresa de Jesús...”, en Nuevo Año Cristiano. Octubre. Tercera edición. Madrid, 2002, pp.385-403
[35] Manuscrito existente en el Convento de Religiosas Carmelitas de Valladolid.
VILLACAMPA, Carlos Gracia, ofm., “Santa Teresa de Jesús en Guadalupe”, en El Monasterio de Guadalupe, 123 (1922), p.74-75.
[36] MADRE DE DIOS, Efrén de la, Tiempo y vida de Teresa de Jesús. Madrid, 1977, p.43
[37] ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Obr. cit. p.52
ÁLVAREZ, Arturo, “Guadalupe en los Caminos de Teresa de Cepeda”, en revista Guadalupe, 657 (1982), pp.64-65.
[38] REPETTO BETES, José Luis, “San Juan de Ribera”, en Nuevo Año Cristiano. Enero. Tercera edición, 2002, pp. 345 y ss.
[39] MONTERO MORENO, Antonio, Juan de Ribera, Obispo de Badajoz (1562-1568) Santo del Renacimiento. Discurso de ingreso Real Academia de Extremadura. Trujillo, 2006.
[40] ENRIQUEZ DE RIBERA, Fadrigue, Marqués de Tarifa, Viaje que hize a Ierusalém...Sevilla, 1606.
[41] ÁLVAREZ, Arturo, “Por aquí pasaron...Santa Beatriz de Silva”, en revista Guadalupe, 625 (1976), pp.265-268.
[42] GUTIÉRREZ, Enrique OFM., Vida de la B. Beatriz de Silva y orígenes de la Orden de la Inmaculada Concepción. Valladolid, 1967.
[43] A.M.G. Códice 13: Historia de Nuestra Señora de Guadalupe, fols. 461 y ss. Describe la vida y actuaciones del venerable Amadeo de Silva, durante su permanencia en Guadalupe (1449-1452), como en su vida de fraile menor dentro de la Observancia.
[44] BARRANTES MORENO, Vicente, Virgen y Mártir. Ntra.Sra. de Guadalupe. Badajoz, 1895.  Tomo I, pp.88-89.
[45] GARCÍA, Sebastián y TRENADO, Felipe, Guadalupe, historia, devoción y arte. Sevilla, 1978, pp.200-201.
[46] GARCÍA SÁNCHEZ, Juan José CMF., “Ofrenda de la Reliquia de San Antonio María Claret a la Virgen de Guadalupe”, en revista Guadalupe, 762 (2000), pp. 19-21.
[47] A.G.P. Serie A-3, Leg.180, Carp.3 Exp.1: Anotaciones manuscritas de San Josemaría en su Epacta, días 27 y 28 de junio de 1942. Madrid.
[48] CEJAS, José Miguel, Vida de San Josemaría Escrivá. Cap. IX: Viaje de catequesis. A los pies de la Virgen de Guadalupe. Burgos, 2002.
[49] CAMPO REAL, Fco. Del, “2007 la beatificación más grande de la Historia de la Iglesia”, en revista Bienaventurados los perseguidos por razón de justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 7 (2007), pp. 2-5.
[50] A.M.G. O.F.M. Lib. 40: Libro de Oro del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. La dedicatoria esta sin fecha.
ANÓNIMO. “Crónica y noticias”, en revista Guadalupe, 184 (1927), p.159.
[51] ANÓNIMO, “Para la llegada del Rey. Preparativos”, en revista El Monasterio de Guadalupe, 200-2001 (1928). Número extraordinario dedicado exclusivamente a la Coronación de la Virgen de Guadalupe.
[52] ANÓNIMO. “La Peregrinación de la Diócesis de Ciudad Real a Guadalupe”, en revista El Monasterio de Guadalupe, 161 (1925), pp.174-175.
[53] CAMPO REAL, Francisco del “Perfil biográfico de don Julio Melgar Salgado”, en Semanario de la Iglesia en Ciudad Real. Con Vosotros”, 1.296 (9 de septiembre 2007) y en Benturados...Obr. cit., p.4.
[54] POLO BENITO, José, “El sentido de la Restauración en el Monasterio de Guadalupe. De la acción católica en el mundo”, en El Monasterio de Guadalupe, 155 (1924), pp.314-315.
ARÉVALO SÁNCHEZ, Antonio, Guadalupe, siglo XX (El Primer Siglo Franciscano). Sevilla, pp.121 y 149.
[55] ARÉVALO SÁNCHEZ, Antonio, OFM., Obr. cit. p. 201
[56] ARÉVALO SÁNCHEZ, Antonio, OFM., “Guadalupe, lugar de presencia y encuentro con lo santo”, en Congreso Mariano Guadalupense. Actas y estudios. Sevilla, 2004, pp.  77-97.