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San Vicente Ferrer |
Guadalupe, como Santuario
Nacional, siempre ha manifestado la
santidad de Dios, bien por su origen mariofánico, por los signos
sobrenaturales, por el perdón y los bienes espirituales, por la forma de vida
de sus custodios y servidores o por ser meta de santos. Aunque, con respecto a
éstos, diremos que no están todos los que son ni son todos los que están,
porque ante la faz de la Iglesia lo son aquellos que han subido a los altares,
cuyos santos nombres daremos a conocer aquí, aunque ante
los ojos de Dios, solamente Él puede contar el número de sus santos.
San Vicente Ferrer (Valencia, 1350 – Vannes
(Francia),1419), peregrino de Guadalupe
Religioso
dominico, fue profesor en las Universidades de Lérida y Barcelona, donde mostró
sus dotes de sabio orador. Prior, en los conventos de Lérida y de Barcelona y
fervoroso apóstol, predicador en las plazas públicas que llenaba de fieles, no
sólo en España sino en gran parte de Europa.
Hombre
de paz entre los pueblos enemistados, fue penitenciario de Benedicto XIII. Como
buen mediador intervino en el Concilio de Costanza y en la revolución del
pleito dinástico de Aragón, en el famoso compromiso de Caspe, defendiendo la
elección de Fernando de Antequera al trono de Aragón (1410).
Peregrino
de Santa María de Guadalupe, según recoge su biógrafo Andrés de Ferrer:
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Iglesia de Santo Domingo en Cañamero |
“Paso a tierra de Extremadura y
llegó al célebre Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, milagrosa hechura
que se apareció en tiempo del rey don Alonso el Onceno. Encontró a dos leguas
de distancia algunas caserías divididas, que las ocupaban judíos y moriscos,
todos hortelanos y labradores. Predicóles y habiéndoles reducido a la verdad de
nuestra fe, les obligó a que viviesen en lugar que hoy se llama Cañamera, que
era población de cristianos”.
Esta
visita se produjo siendo prior fray Fernando Yánez de Figueroa, a finales del
siglo XIV, cuando el apóstol de Valencia se postró ante Nuestra Señora de
Guadalupe. Muy cerca, en Cañamero, un grupo de cristianos traídos a la fe por
su predicación, erigieron el templo parroquial en honor de Santo Domingo.