San Juan de Ribera (Sevilla,
1533 – Valencia, 1611)
El
pastor evangélico de la Iglesia española, Juan
de Ribera, nació en el seno de una nobilísima familia. Su padre fue don
Pedro Afán Enríquez de Ribera y Portocarrero, virrey de Cataluña y
posteriormente de Nápoles. Huérfano de madre, Teresa de los Pinelos, en los
primeros años de su vida. Recibió una esmerada educación, que costeó
íntegramente su padre, en Salamanca, donde ya dio muestra de perfección y
santidad, espíritu de penitencia, desprendimiento a favor de los pobres.
Después
de una cuidada y selecta preparación, fue ordenado sacerdote y se doctoró en
1557, siguiendo las normas de vida, enviadas por Juan de Ávila y las prácticas
de penitencia y de más estricta observancia de Pedro de Alcántara, al que
consultaba las cosas del espíritu.
Pronto
su fama de santo llegó hasta la Corte y Felipe II, a pesar de su juventud (29
años) le propuso para Obispo de Badajoz, aunque Juan se sentía indigno, terminó
aceptando por obediencia la voluntad de Dios, consagrándose en Sevilla en 1562.
Como
verdadero y buen pastor Juan de Ribera visitó todas las parroquias de la
Diócesis y comprobó la necesidad de formación religiosa que tenía el pueblo,
piadoso pero poco evangelizado.
Su
fama voló fuera de su propia diócesis hasta llegar a Roma, donde Pío V vio en
él el modelo de prelado que quería para la Iglesia tridentina, por lo que le
nombró patriarca de Antioquia. Su conocimiento exhaustivo de la Baja
Extremadura, debió infundirle la devoción de la Virgen de Guadalupe, tenida por
los extremeños como su verdadera Patrona, aunque muy pocos datos podemos
aportar en su peregrinación al Santuario, cuya fama y devoción estaba ya
extendida por toda España y el Nuevo Mundo.
Su
paso por Guadalupe consta en una rara obra titulada “Viaje a Jerusalén”.
Sevilla, 1606, conservada en la Biblioteca Nacional,
aunque seguramente, en más de una ocasión, como Obispo de Badajoz subió a
visitar a la Señora de las Villuercas, especialmente antes de partir para la
sede arzobispal de Valencia.