Subió al trono en 1350, cuando
solo contaba con 16 años, tras la muerte
de su padre Alfonso XI infectado por la peste negra en el campo de batalla.
Marcado también por la debilidad del poder real frente a la nobleza y las
luchas de las distintas facciones: los hijos que había tenido su padre con
Leonor de Guzmán, los infantes aragoneses, primos del rey y las intrigas de la
reina Madre, así como la escasa atención de su padre, hicieron de él un
gobernante duro y temerario, aunque terminó sus días cercado en Montiel (Ciudad
Real) por su hermanastro Enrique quien le dio muerte en 1369, con la estimable
ayuda de los aliados franceses de Duguesclín.
Siguiendo la tradición de la
Corona de Castilla y la generosidad y devoción de su madre, María de Portugal,
Pedro I favoreció con numerosas cartas y privilegios al Santuario,
especialmente para que guarden y defiendan a la Iglesia de Guadalupe y a los
que en ella viven, así como a su cabaña pecuaria para que puedan pastar
libremente en los concejos de Talavera y Trujillo.
De esta forma, ordena en 1350
al obispo de Plasencia, don Sancho, que no violente a la Iglesia ni ataque al
prior, don Toribio Fernández de Mena, so pena de seiscientos maravedíes.
Igualmente le recuerda al arzobispo de Toledo en 1351, que dicha iglesia está
exenta del pago de servicios.
Amante del arte cinegético
mandó levantar en 1360 una venta en el puerto de Cereceda, que más tarde se
convirtió en un palacete, que el rey Enrique II donó para albergue de romeros,
conocido desde el siglo XVI como Hospital del Obispo, por el prelado que lo
dotó generosamente, don Diego Muros.
Sabedor del escaso término que
disponía la Puebla autorizó a que la Iglesia de Guadalupe comprara bienes y
tierras en los términos de Trujillo y Talavera (1363) para mantenimiento de sus
oficinas y hospitales, así como sacar pan y viandas de cualquier lugar del
reino para que tengan abastecimiento todos aquellos moradores y peregrinos.
Todas estas gracias y favores
están recogidos en un corpus de 28 documentos, de los cuales el archivo de
Guadalupe cuenta con once, mientras que sus visitas al santuario solamente
tenemos constancia documental de tres (julio 1355; marzo y septiembre de 1359).
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