viernes, 17 de julio de 2015

JUAN I DE CASTILLA, PEREGRINO EN GUADALUPE

Juan I (1379-1390)

Tras la muerte de su padre Enrique II en 1379 accede al trono y traslada las Cortes a Burgos. En 1382 muere su esposa, Leonor de Aragón, con la que tuvo tres hijos: Enrique, Fernando y Leonor. Su juventud, 24 años, le convierte dentro de la política matrimonial de la época en el perfecto candidato para esposarse con la heredera del reino de Portugal, Beatriz (sólo tenía 10 años). En mayo de 1383, en la catedral de Badajoz se celebraron los desposorios, a donde el rey viajó, seguramente pasando por Guadalupe, aunque no tenemos hasta el momento constancia documental.

Con la muerte de su suegro, Fernando I, se plantea tomar el trono en su nombre, adoptando el título de rey de Portugal, lo que desencadenó la guerra, que perdió en la famosa batalla de Aljubarrota.

Consigue la paz a base de grandes sumas de dinero, fortalece la dinastía de los Trastámaras, sigue con la reforma interior consolidando la organización de la Audiencia, pasa de la era hispánica a la era cristiana.

Aunque el corpus guadalupense de Juan I no es muy numeroso, pues sólo tenemos 6 privilegios, su relación con el Santuario en cambio será muy intensa desde el momento que el prior Diego Fernández le solicita confirme el Patronazgo sobre Guadalupe y la jurisdicción de mero y mixto imperio concedidos por sus antepasados y que sancionarán las Cortes celebradas en Burgos el 9 de agosto de 1379.

Esta relación sería aun más estrecha en 1383, cuando nombra a su canciller y capellán real de Toledo, don Juan Serrano, cuarto y último prior  secular del Santuario. Por este motivo, Serrano no dudó en socorrer a su rey con el Trono de plata repujada y esmaltes de Nuestra Señora, desecho en 1385 con motivo de la guerra contra Portugal.

Aunque dicha aportación no fue suficiente para mitigar la gran necesidad de plata y moneda que la corona castellana necesitaba y así en 1386, vemos como el rey vende a la Iglesia de Guadalupe el portazgo y la escribanía de Trujillo y su término por 180.000 maravedíes.

Todavía dos años después, en 1388 Juan I se dirige de nuevo al prior para que le de 3.000 francos a cuenta de los 1.000 marcos de plata del portazgo y escribanía.

En este mismo año, designa a su canciller y prior, Juan Serrano, obispo de Segovia, por lo que éste conjuntamente con el rey, gestionarán la venida de la Orden de los Ermitaños de San Jerónimo. En 1389, según la carta de 15 de agosto, Juan I convierte a la Iglesia de Guadalupe en Monasterio, entregando su regencia a fray Fernando Yáñez y a 30 frailes de la orden de los jerónimos. Unos días después (1 de septiembre), se dirige a don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo para que la Iglesia Parroquial se levantada y alzada con su consentimiento y el del Cabildo en monasterio conventual.


Su última carta, será desde Tordesillas (20 de septiembre) ordenando al concejo de la Puebla de Guadalupe para que acate la conversión de la Iglesia en Monasterio.

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