jueves, 1 de octubre de 2015

TERESA DE JESÚS, PEREGRINA EN GUADALUPE

 Santa Teresa de Jesús (Ávila, 1515 – Alba de Tormes, 1582)

Nació en Ávila, dentro de la noble familia de Alonso de Cepeda y Beatriz de Ahumada, aficionada a la lectura, desde su más tierna infancia, sintió pronto la llamada de Dios, abrazando la regla del Carmelo, cuya vocación vivió austeramente dentro de su convento, alcanzando el éxtasis de perfección y amor a Dios.

Viajera incansable, mujer inquieta y austera, en 1562 se propuso reformar la Orden, fundando en Ávila un nuevo convento, al que posteriormente se unirían otros, no sin obstáculos, que venció con el ardor de su fe, hasta que fue aprobada por el papa.

Como religiosa, fundadora y escritora mística, su figura, al igual que la de su director espiritual fray Pedro de Alcántara, es una de las más importantes de la mística española.

Cuenta con una amplia producción literaria, en prosa, verso y una muy interesante correspondencia epistolar, de fina espiritualidad y alto magisterio reconocido por la Iglesia universal.

En el año 1548 existe constancia documental de la visita de la Santa abulense, al Santuario de Guadalupe: “Siendo (yo) de edad de cinco o seis años, estando en la Puebla de Montalbán, donde me criaba, en casa de un tío mío, acertó a pasar nuestra Santa Madre por allí, que venía de una romería de Nuestra Señora de Guadalupe y posó en casa que era su primo”, según dejó escrito María Ocampo  en 1562, biógrafa y hermana de Orden de la reformadora del Carmelo.

Otra voz autorizada de la Santa de Ávila describe su itinerario a Guadalupe, por Navalmoral, Burgohondo, Mombeltrán, Talavera, Espinoso del Rey y Alía, religiosa anónima entonces, Teresa, quizás acompañada de su hermana Juana, debió permanecer en Guadalupe dos o tres días, que el monasterio permitía a los peregrinos pobres, ofreciéndoles comida y alojamiento.

El motivo de su vida está relacionado con la marcha de sus siete hermanos en la aventura de las Indias, solicitando protección a la Señora al mismo tiempo que encomendarla la reforma del Carmelo.

Su regreso fue por Alía, Espinoso del Rey y Puebla de Montalbán, donde Teresa visitó a su primo Diego de Cepeda y conoció a la testigo María de Ocampo, a la que animó a irse con ella al Carmelo. Luego por Torrijos, Escalona, Guisando y Barraco regresó a Ávila.  

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