martes, 28 de julio de 2015

CARTA DEL OBISPO DE PLASENCIA A LA COMISIÓN DEL AÑO SANTO GUADALUPENSE

AÑO SANTO GUADALUPENSE

Queridos diocesanos:

Cumpliendo fielmente el ciclo de celebración, que tiene lugar cuando la fiesta de Santa María de Guadalupe cae en domingo, nos disponemos a vivir un Año Santo Guadalupense. Se nos convoca a peregrinar ante la imagen bendita que, como regaló del cielo, se encontró Gil Cordero junto a río Guadalupe. Con esa convocatoria see nos ofrecen a cuantos nos acerquemos hasta el Santuario de la Patrona de Extremadura las gracias jubilares que se derraman en abundancia para los que buscan el rostro bendito de la Madre de Jesucristo. Peregrinar hacia Guadalupe es, por eso, una experiencia interior de cada peregrino que se abre a la ternura del amor misericordioso de Dios, la que nos trajo Jesucristo y la que ofrece la Virgen María, su Madre y Nuestra Madre.

El que desde cualquier lugar se decide a hacer ese camino hacia Guadalupe, a lo largo de este año jubilar, vive una experiencia personal de renovación de su fe, por el encuentro con María, que siempre nos sitúa ante la fecundidad del amor de su Hijo Jesucristo. Pero también participa en un acontecimiento eclesial; porque un año jubilar se celebra como gracia de la Iglesia, que administra sacramentalmente el amor redentor de Cristo. Ha sido la Santa Madre Iglesia la que nos ha concedido a perpetuidad este don jubilar (25 de enero de 2005) y la que nos promete las gracias que podemos alcanzar los peregrinos.

La Solemne Apertura del Año Santo Guadalupense tendrá lugar el día 5 de septiembre, a las 12 del mediodía. Allí estará vuestro obispo concelebrando en la Eucaristía con el de Coria-Cáceres, Mérida-Badajoz y Toledo. Evidentemente me gustaría sentirme muy acompañado por todos vosotros. Animo, por tanto, a los sacerdotes y a cuantos podáis asistir desde cada una de las parroquias de nuestra diócesis de Plasencia a que peregrinéis a Guadalupe desde esta primera hora. Como sabéis muy bien, los placentinos tenemos motivos muy especiales para cuidar con esmero la devoción a Santa María de Guadalupe, ya que nuestra vinculación a ella procede desde los orígenes mismos en los que su bendita imagen fue venerada en ese santo lugar. Espero encontrarme con frecuencia con todos vosotros en Guadalupe a lo largo de este Año Jubilar.

Con mi afecto y bendición.


+ Amadeo Rodríguez Magro

Obispo de Plasencia

JUAN II, PEREGRINO EN GUADALUPE

Juan II (1406-1454)

Hijo de Enrique III, el Doliente, al que apenas conoció, pues solo tenía un año cuando accedió al trono, bajo las regencias de su tío Fernando y de su madre Catalina Lancaster, quienes supieron llevar adecuadamente las riendas hasta que en 1419, Juan II fue declarado mayor de edad. Poco después se casó en primeras nupcias con María de Aragón, con la que tuvo a su primogénito Enrique, ambos reposan desde el siglo XV en la Basílica de Guadalupe.

Aficionado a la literatura y diversiones dejó el gobierno en manos de su válido Alvaro de Luna, al que retiró tantas veces su confianza como volvió a entregársela. Odiado el Condestable por la nobleza y por su segunda esposa, Isabel de Portugal, consiguió ésta que su marido enjuiciara a su valido como hechicero que había trastornado la voluntad del rey, siendo ahorcado en Valladolid en 1453. De su segundo matrimonio tuvo a los infantes, Alfonso e Isabel (La Católica).

Un año después de la muerte de su valido, el rey fallecía en Valladolid (1454), diciendo aquellas palabras que quedaron para la historia como su epitafio personal: “Naciera yo hijo de un labrador e fuera fraile del Abrojo, que no rey de Castilla”.

Por su reinado largo y extenso de 39 años Juan II mantuvo una muy estrecha relación con el Monasterio de Guadalupe, especialmente con su prior fray Gonzalo de Illescas, a quien propuso para Obispo de Córdoba y le nombró tutor, conjuntamente con el Obispo de Cuenca, de su hijo el Príncipe don Enrique.

Buena prueba de afecto que sentía por el monasterio y sus frailes son los 133 documentos que conserva nuestro archivo: cartas, privilegios, albalá, en su mayoría originales y traslados en los que concede notables mercedes como los maravedís de las Salinas de Talavera, los de las capellanías del almojarifazgo de Sevilla, los 200 florines de oro, que le corresponden por el reparto que se impuso a los Obispados de Plasencia y Toledo, las tercias que le corresponden de Logrosán, Cañamero, Berzocana y Valdepalacios, los 10.000 maravedís de las martiniegas de Arévalo que donó la Reina María de Aragón (1445), quien hizo una muy estrecha relación con fray Pedro de Cabañuelas, su confesor, o las codiciadas escribanías de Trujillo de las que se queja en varios documentos el prior por que nos las cobran. Muerto el valido, Juan II se las reintegró de nuevo y como agradecimiento Fray Juan de Zamora, deshizo el segundo trono de la Virgen y le entregó la plata.

Ordenó también que “desde ahora (1410) y para siempre manda setenta <escuderos> para servirles en sus tierras y ganados paliando así la falta de mano de obra que el monasterio tenía entonces. Ordenó igualmente que los pleitos se libraran en Guadalupe por tener concedida jurisdicción civil y criminal. Salió al encuentro del monasterio en el levantamiento popular  de 1447 imponiendo distintas penas a los vecinos de la Puebla. Extendió salvoconducto a favor de fray Juan Serrano (1420)  como su embajador ante la curia romana para que le faciliten libra paso por las fronteras. De la misma forma manda  a los responsables de las fronteras de Portugal no pongan impedimento alguno al pescado que traen a Guadalupe.


Sus visitas al Real Santuario debieron ser también varias, aunque documentalmente sólo nos consta las de 1430 (14 de enero) acompañado por su privado el Condestable, en la que firmó varias cartas de privilegio y la de 1435 (16 de febrero- 3 de marzo) en la que peregrinó con su hijo Enrique desde Madrid. Desde la ermita del Humilladero bajaron andando hasta el monasterio donde fueron recibidos por toda la comunidad, 120 frailes. Dos días después, se unió la Reina María de Aragón, descansaron  y se les hicieron fiestas en Valdefuentes. 

lunes, 27 de julio de 2015

CARTA DEL ARZOBISPO DE TOLEDO A LA COMISIÓN DEL AÑO SANTO GUADALUPENSE


DESTINO GUADALUPE

ANNO SANCTO 2015-2016

Un saludo cordial para los peregrinos que buscáis Guadalupe como casa de nuestra señora en la que encontrar paz y alegría interior y perdón de nuestros pecados. La Virgen de Guadalupe, Reina de la Hispanidad y Patrona de Extremadura sea siempre para vosostros regazo materno al llegar a este hermosísimo templo y lugar en las Villuercas ...




viernes, 17 de julio de 2015

JUAN I DE CASTILLA, PEREGRINO EN GUADALUPE

Juan I (1379-1390)

Tras la muerte de su padre Enrique II en 1379 accede al trono y traslada las Cortes a Burgos. En 1382 muere su esposa, Leonor de Aragón, con la que tuvo tres hijos: Enrique, Fernando y Leonor. Su juventud, 24 años, le convierte dentro de la política matrimonial de la época en el perfecto candidato para esposarse con la heredera del reino de Portugal, Beatriz (sólo tenía 10 años). En mayo de 1383, en la catedral de Badajoz se celebraron los desposorios, a donde el rey viajó, seguramente pasando por Guadalupe, aunque no tenemos hasta el momento constancia documental.

Con la muerte de su suegro, Fernando I, se plantea tomar el trono en su nombre, adoptando el título de rey de Portugal, lo que desencadenó la guerra, que perdió en la famosa batalla de Aljubarrota.

Consigue la paz a base de grandes sumas de dinero, fortalece la dinastía de los Trastámaras, sigue con la reforma interior consolidando la organización de la Audiencia, pasa de la era hispánica a la era cristiana.

Aunque el corpus guadalupense de Juan I no es muy numeroso, pues sólo tenemos 6 privilegios, su relación con el Santuario en cambio será muy intensa desde el momento que el prior Diego Fernández le solicita confirme el Patronazgo sobre Guadalupe y la jurisdicción de mero y mixto imperio concedidos por sus antepasados y que sancionarán las Cortes celebradas en Burgos el 9 de agosto de 1379.

Esta relación sería aun más estrecha en 1383, cuando nombra a su canciller y capellán real de Toledo, don Juan Serrano, cuarto y último prior  secular del Santuario. Por este motivo, Serrano no dudó en socorrer a su rey con el Trono de plata repujada y esmaltes de Nuestra Señora, desecho en 1385 con motivo de la guerra contra Portugal.

Aunque dicha aportación no fue suficiente para mitigar la gran necesidad de plata y moneda que la corona castellana necesitaba y así en 1386, vemos como el rey vende a la Iglesia de Guadalupe el portazgo y la escribanía de Trujillo y su término por 180.000 maravedíes.

Todavía dos años después, en 1388 Juan I se dirige de nuevo al prior para que le de 3.000 francos a cuenta de los 1.000 marcos de plata del portazgo y escribanía.

En este mismo año, designa a su canciller y prior, Juan Serrano, obispo de Segovia, por lo que éste conjuntamente con el rey, gestionarán la venida de la Orden de los Ermitaños de San Jerónimo. En 1389, según la carta de 15 de agosto, Juan I convierte a la Iglesia de Guadalupe en Monasterio, entregando su regencia a fray Fernando Yáñez y a 30 frailes de la orden de los jerónimos. Unos días después (1 de septiembre), se dirige a don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo para que la Iglesia Parroquial se levantada y alzada con su consentimiento y el del Cabildo en monasterio conventual.


Su última carta, será desde Tordesillas (20 de septiembre) ordenando al concejo de la Puebla de Guadalupe para que acate la conversión de la Iglesia en Monasterio.

domingo, 5 de julio de 2015

ENRIQUE II, PEREGRINO DE GUADALUPE

Enrique II de Castilla
Con Enrique II se inaugura la dinastía de los Trástamara, fecunda en el desarrollo civil  y eclesiástico del Santuario de Guadalupe. Cuarto hijo bastardo de Alfonso XI con Leonor de Guzmán.

Su reinado se caracterizó por sofocar la pretensión de Fernando I de Portugal al trono de Castilla, en las llamadas guerras fernandinas. Recompensó a sus aliados, al mismo tiempo que supo defender los intereses del reino de Castilla y León frente al rey de Aragón. Inició la reconstrucción del reino, trasformando la administración real e incorporó al final de su reinado el Señorío de Vizcaya.

Al igual que su padre, sintió una gran devoción por Santa María de Guadalupe, como así lo demuestran los 19 privilegios o cartas que firmó durante su reinado, alguna en Guadalupe (29 de junio de 1368), por lo que documentalmente podemos demostrar su presencia o visita, aunque seguramente no fue la única.

En este mismo año, incluso antes de que diera muerte a su hermano Pedro I, el nuevo Prior secular, Diego Fernández, le solicita la creación de una feria anual con motivo de las Fiestas de Nuestra Señora y un mercado semanal, prerrogativa que le concede en torno al 8 de septiembre para que sea esta iglesia más ennoblecida y para que los vecinos y moradores de su Puebla sean más ricos y de esta forma puedan servir mejor a la dicha iglesia y a su prior.

Viendo don Diego Fernández la buena disposición del nuevo monarca, este mismo año (5 de noviembre), le solicita cumplimentar toda la jurisdicción e justicia, así criminal como civil sobre la Puebla y su territorio con todo el mero y mixto imperio e jurisdicción, lo que suponía la independencia de dicho señorío eclesiástico.
Sepulcro de Enrique II

También contribuyó Enrique II con distintas cantidades anuales, como los dos mil maravedíes de las rentas de las salinas de Talavera (Guadalupe, 1368) o los once mil maravedíes de las rentas de la Aduana de Sevilla (Toro, 1369) para las obras del templo y proveimiento de 12 capellanes clérigos que canten y sirvan a nuestra iglesia. Donó también el palacete del puerto de Cereceda para albergue de los romeros.

Ordenó igualmente con varias disposiciones se respetaran los privilegios y derechos concedidos al Santuario para sus ganados, para sacar pan, vino y otras viandas, así como la exención de impuestos para los vecinos de la Puebla, especialmente en los términos de Trujillo, Talavera y Toledo. 

miércoles, 1 de julio de 2015

EL PAPA FRANCISCO ANUNCIA UN JUBILEO EXTRAORDINARIO

El Año Santo Guadalupense coincidirá con el Año Santo de la Misericordia anunciado por el Papa Francisco.

Muéstranos la misericordia de Jesús”

El Papa Francisco anunció el viernes, 13 de marzo de 2015, en la Basílica de San Pedro, la celebración de un Año Santo extraordinario. Este Jubileo de la Misericordia se iniciará el presente año con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la solemnidad de la Inmaculada Concepción y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. El Santo Padre, al inicio del año, exclamó: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Éste es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales. ¡Adelante!”

El anuncio se realizó en el segundo aniversario de la elección del Papa Francisco, durante la homilía de la celebración penitencial con la que el Santo Padre dio inicio a la 24 horas para el Señor, iniciativa propuesta por el Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización para promover en todo el mundo la apertura extraordinaria de las iglesias y favorecer la celebración del sacramento de la Reconciliación. El tema de este año ha sido tomado de la carta de San Pablo a los Efesios: “Dios rico en misericordia” (Ef 2,4), que coincidirá con el Año Santo Guadalupense, cuyo lema es “Muéstranos a Jesus”,  cuya Puerta Santa se abrirá el día 6 de septiembre de 2015 y se cerrará el 8 de septiembre de 2016.

La apertura del próximo Jubileo adquiere un significado especial ya que tendrá lugar en el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, ocurrida en 1965. Será por tanto un impulso para que la Iglesia continúe la obra iniciada con el Vaticano II. Durante el Jubileo las lecturas para los domingos del tiempo ordinario serán tomadas del Evangelio de Lucas, conocido como “el evangelista de la misericordia”. Dante Aligheri lo definía “scriba mansuetudinis Christi”, “narrador de la mansedumbre de Cristo”. Son bien conocidas las parábolas de la misericordia presentes en este Evangelio: la oveja perdida, la moneda extraviada, el padre misericordioso.
El anuncio oficial y solemne del Año Santo tendrá lugar con la lectura y publicación junto a la Puerta Santa de la Bula, el Domingo de la Divina Misericordia, fiesta instituida por San Juan Pablo II que se celebra el domingo siguiente a la Pascua.