Carlos
I (1516-1556)
A pesar de que su infancia y
juventud trascurrió en Flandes hasta los 17 años, pronto supo lo que Guadalupe
y la Orden Jerónima habían significado para el Reino de España. Hijo de la
reina Juana de Castilla y de Felipe el Hermoso, y por tanto, nieto de los Reyes
Católicos, vino a España para ser coronado rey, tras la muerte de Fernando de
Aragón (1516), cuyos reinos gobernó conjuntamente con su madre (Juan la Loca)
con el nombre de Carlos I. Casi tres años después (1519), a la muerte de su
abuelo Maximiliano fue elegido Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con
el nombre de Carlos V.
Joven inexperto, que desconocía
las costumbres e idioma del reino de España, depositó su confianza en sus
colaboradores borgoñones, lo que molestó a los castellanos, a los que además
les exigió subsidios para sufragar sus guerras en el extranjero. Ello provocó
el levantamiento de las comunidades castellanas (los comuneros) y de las
germanías valencianas.
A su regreso a España realizó una
serie de cambios organizativos en el reino, integrando las élites sociales en
el gobierno y administración de la Monarquía Hispánica, que después, completó
su hijo Felipe II constituyendo el sistema polisinodial de los Consejos.
Quiso la providencia o las circunstancias
que su primer contacto con los asuntos de España tuvieran lugar en Guadalupe,
con motivo de la muerte de su abuelo Fernando el Católico, para lo que envío a
su preceptor el cardenal Adriano de Utrech, más tarde Adriano VI (1522).
A partir de este momento Carlos I
entabló una extensa y afectiva relación con los jerónimos de Guadalupe, cuyo
fondo documental contiene 58 documentos, de los cuales, 40 cartas son
originales, conservados todos ellos en el legajo 5 del Archivo del Monasterio.
A ello sin duda, también contribuyó su esposa la Emperatriz doña Isabel de
Portugal, quien intervino ante el papa Paulo III para obtener un Jubileo
Perpetuo a favor de los peregrinos que visitaran Guadalupe durante las fiestas
de la Virgen (1536).
Como era costumbre, al igual que
habían hechos sus antepasados, Carlos I confirmó todos y cada uno de los
privilegios que tenia, como el de seguro y amparo para los demandadores de la
Santa Casa en todos los Reinos de España. Como gesto de agradecimiento, por
parte de la Comunidad jerónima le distingue con la Carta de Hermandad (1525),
comunicándole además la aplicación de nueve misas en cada una de las seis
principales fiestas de Nuestra Señora por su “felicísima prosperidad”.
Este mismo año su Cesárea
Majestad peregrinó hasta Guadalupe el día 11 de abril, para dar gracias a la
Virgen por la victoria de Pavía, pasando la Semana Santa, acompañado de la
Corte, tiempo en el que trató sobre la labra de un nuevo retablo para la
iglesia, cuya traza diseño Juan de Borgoña, aunque después no se llevaría a
cabo.
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