lunes, 10 de agosto de 2015

ISABEL Y FERNANDO, PEREGRINOS EN SU PARAÍSO DE GUADALUPE

Reyes Católicos: Isabel y Fernando (1474-1504)

Firma de las sobrecartas a Cristóbal Colón en Guadalupe

Hija y hermana de reyes, esta infanta de España, forjada a sangre y fuego en las luchas dinásticas, accedió al trono en 1474, conjuntamente con su esposo, Fernando, príncipe de Aragón con el que casó en 1465. Con su matrimonio, no solamente consiguieron poner fin a las luchas dinásticas, someter a la nobleza y conseguir la tan deseada unidad de España.

Después de ganar la guerra de sucesión castellana a los partidarios de la “Beltraneja”, Isabel como gran estratega política reorganizó el sistema de gobierno y la administración, centralizó las competencias que ante ostentaban los nobles, reformó el sistema de seguridad ciudadana, implantó una reforma económica para reducir la deuda que soportaba el Estado.

Como sus antecesores, se encomendó a Nuestra Señora de Guadalupe en el último bastión de la Reconquista. Conseguida la victoria, el 4 de enero de 1492, sobre el reino de Granada, la reina escribe al prior de Guadalupe para que de gracias a Dios y a Nuestra Señora que tuvo a bien escucharla, cuya carta original se conserva en el Archivo del Monasterio. Aquí dejaron a sus hijos durante la contienda. Aquí regresaron para dar gracias y descansar durante un mes e inaugurar la Hospedería Real levantada por Juan Guas.

En su deseo de forjar el Estado moderno que España necesitaba  tuvo que afrontar decisiones dolorosas como fueron la expulsión de los judíos y más tarde la de los musulmanes, por el contrario, supo proyectar el Reino de España a otros mundos, con el descubrimiento de América, donde desde el principio veló por los derechos de los indígenas, lo que le valió que en 1496 el papa Alejandro VI les otorgara el título de “Los Católicos.

Guadalupe fue su “paraíso”, donde seguramente hubiera querido reposar para siempre, si el deber de Estado no hubiera prevalecido sobre sus sentimientos, aunque dicha decisión trató de mitigar dejando en custodia su testamento y codicilo.

Testamento de Isabel La Católica
Así lo corroboran su correspondencia epistolar con el monasterio, sin lugar a dudas la más numerosa e importante, 147 documentos depositados en el legajo cuarto de nuestro archivo, sus numerosas visitas, 19 veces peregrinaron los Reyes Católicos a Guadalupe, Fernando incluso murió en Madrigalejo (1516), camino del Santuario.

Ciertamente que esta predilección y afecto era mutuo y recíproco desde que siendo niña su educación fue encomendada a fray Gonzalo de Illescas, desde entonces la ayuda de esta Santa Casa para las necesidades del  Reino no dejaron de crecer y así hicieron ellos con los notables privilegios otorgados y las ofrendas realizadas a la Virgen: ricas lámparas, como la de 1492, en gratitud por librar al rey de una muerte segura en el atentado de Barcelona; un crucifijo de cinco kilogramos, elaborado con el primer oro de las Indias; una valiosa casulla morada; un manto verde con el que se confeccionó el terno del “Tanto Monta”.

Gracias a ellos, Nuestra Señora de Guadalupe, fue la estrella de la Evangelización y Pila Bautismal de América (1496), el nombre más invocado que tiene la Madre de Dios en la tierra.

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